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Iglesias una vez más, respondiendo con absoluta fidelidad a su perfil de ganador nato, no ha sabido encajar la maniobra de su lugarteniente y ha reaccionado, entre la sorpresa y el desconcierto.

Hubo no hace tiempo quienes desde la buena fe pensaron que la “nueva política” era el remedio para todos los males en los que nos había sumergido el Gobierno del Partido Popular con su imparable deriva austericida. Había quienes pensaban también que el bipartidismo histórico era el enemigo a batir y que sólo su ruptura por la vía de las urnas nos llevaría de la mano hasta esa arcadia feliz que hace tiempo habíamos abandonado a golpe de recortes sociales, económicos y de libertades y derechos individuales.

A día de hoy, visto lo visto tras dos procesos electorales, estamos en condiciones de afirmar desde la más pura objetividad en el análisis de la situación política española que ni el fin del bipartidismo, que muchos convirtieron en oscuro objeto de deseo, ni la “nueva política”, que otros convirtieron tan solo en un modus vivendi diferente, eran ingredientes fundamentales de ese mágico bálsamo de Fierabrás que todos los males cura.

Y basta con remitirse a los últimos acontecimientos políticos para contrastar de manera fiable que sin bipartidismo y con nueva política lo de la cosa pública sigue por el camino de lo que cantara Emilio José. “Ni contigo ni sin ti tiene mis males remedios, contigo porque me matas, sin ti porque yo me muero..”. Pues eso, que ni con nueva política, ni sin bipartidismo tienen remedio los males de este país que navega desde hace casi un año bajo el mando de un capitán en funciones y con bandera de conveniencia, con una tripulación cada vez más diezmada, hay ministros, más de uno y de dos, con varias carteras ajenas por mor de dimisiones y ceses encubiertos, y eludiendo por ahora las puntas de iceberg que el Titanic no tuvo la suerte de dejar atrás.

Pero dejemos a un lado al intrépido Capitán Rajoy y demos una vuelta por el atolón perdido de la “nueva política”, la de izquierda, representada por Podemos y sus circunstancias que no son otras que las “confluencias” y demás marcas blancas, y la de derechas, representada por Rivera y sus acólitos que parecen haberle cogido gusto al tiovivo de la política, como si de niños en día de feria se tratara, y unas vueltas se bajan en el espacio del centroizquierda y otras en el del centroderecha y todo ello sin cambiar de ficha.

En Podemos hace ya tiempo, más de seis meses que es el tiempo que hace del cese fulminante de Sergio Pascual, parece haber estallado la paz, proceso este que se ha visto alimentado por su fracaso electoral de la mano del “Gorrión Supremo” y que tiene su máxima expresión a día de hoy en la presentación por parte de Rita Maestre y Tania Sánchez del proyecto “Proceso Adelante”, cuestión esta que, a nadie escapa, supone la reapertura del “frente Madrileño” de Podemos y que ha llevado a muchos a dudar en que proverbio chino se ha inspirado su autor intelectual, Íñigo Errejón, si en aquel que afirma que “la venganza es un plato que se sirve frío” o en aquel otro que recomienda “sentarte a la puerta de tu casa y esperar pacientemente porque verás pasar el cadáver de tu enemigo”. Sea cual sea la fuente de inspiración el resultado no varía. Errejón ha decidido plantar batalla a Iglesias y puede que se cumpla aquello de que al que madruga Dios le ayuda, o al menos eso ha debido pensar Íñigo, solo o en compañía de otras, en este caso de dos pesos pesados de Podemos Madrid como son Maestre y Sánchez.

Iglesias una vez más, respondiendo con absoluta fidelidad a su perfil de ganador nato, no ha sabido encajar la maniobra de su lugarteniente y ha reaccionado, entre la sorpresa y el desconcierto, con la acritud con la que suele deleitarnos en sus comparecencias públicas. Lo que queda claro es que estamos en el minuto cero de la madre de todas las batallas, que Errejón ha decidido que Madrid arda y es muy probable que ocurra como en aquella serie mítica de nuestra infancia, Bonanza, donde al inicio de cada capítulo podíamos ver como un mapa comenzaba a arder desde el centro expandiéndose sin límites hacia toda su periferia, así sea.

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