Desde hace cosa de una semana no se oye otra cosa. En bibliotecas, farmacias, peluquerías, facultades, tiendas, gimnasios, herbolarios, terrazas, discotecas… Desde hace cosa de una semana cientos, miles de mujeres de Jerez repiten una y otra vez: “Morenita pa la Feria”. Es un rumor, un clamor… un grito de desesperación mirando al cielo nuboso y los chaparrones del pasado fin de semana: “Así no me puedo poner morenita pa la Feria”. Es como una contrarreloj, una escalada, una maratón, un vértigo, un no sé qué que queda…
Note el lector –y sobre todo la lectora- que no se dice nunca morena, es siempre “morenita”, no se sabe si porque la interesada en subir un par de tonos la pigmentación de la piel de paso quiere quitarse algunos años o algunos centímetros de algún sitio, que todo pudiera ser en pleno subidón de melanina. En la playa, en las azoteas, recibiendo rayos uva… “Morenita pa la Feria”, entre amigas, entre parejas de novios, entre matrimonios maduros: prioridad, eslogan, lema, mantra, enunciado, deseo, voluntad. “Morenita pa la Feria” no está sola en bibliotecas, farmacias, peluquerías, facultades, tiendas, gimnasios, herbolarios, terrazas, discotecas… también compite con “a ver si cojo un poco de color pa la Feria”. Bueno, en realidad competir, competir, no compite, porque el 90% no compite nunca contra el 10%. Por ahora, la mayoría de los hombres permanecemos inmunes a este grito, al menos por lo que respecta a la Feria… Veremos qué nos depara el futuro. Yo no cantaría victoria. Morenitos.
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