Cartel de participantes en el 'Café en andalú'.
Cartel de participantes en el 'Café en andalú'.

"¿Cómo explicar que las palabras en Andalucía no significan lo que significan, sino lo que significan menos algo y algo más?" José Luis Serrano. Brooklyn Babilonia.

El sábado 26 de abril, Café en andalú nos invitaba a reflexionar sobre el andalucismo del siglo XXI en una mesa de lujo junto a otros compañeros como Pilar Távora, Antonio Manuel, Carlos Ríos o Modesto González. En este diálogo aflora una serie de reflexiones compartidas que queremos sistematizar y ordenar en este artículo como aportación al debate abierto en el andalucismo político en este momento.

Partimos de la premisa de que vivimos un tiempo nuevo creado por la crisis del coronavirus y la pandemia de Covid-19, un tiempo histórico recién iniciado, claramente diferente al de hace apenas unas semanas y que coincide con un momento de ebullición en el andalucismo. Se trata de un tiempo político que, a diferencia de los tiempos electorales, nos permite una profundización en los análisis y en los debates, que consideramos más necesaria que nunca en estos momentos de crisis sanitaria y social. Identificamos el andalucismo del siglo XXI como un proyecto emancipatorio de pueblo y de clase, un proyecto que ponga en el centro el cuidado de la gente mas desfavorecida de Andalucía. Porque la reivindicación andaluza ha sido siempre una reivindicación social y las reivindicaciones sociales llevan siempre la bandera verdiblanca andaluza.

Entendemos que es una necesidad vincular la acción política a la realidad y al territorio, como escribió José Aumente: "Lo que nuestro pueblo esta pidiendo es que se le ofrezca una alternativa real, otra cosa, algo distinto, para los múltiples problemas e insatisfacciones a que se ha enfrentado después de 40 años en que solo se le dejo reproducirse, ganar más dinero, y consumir gasolina y electrodomésticos, y ahora, incluso estas  escasas perspectivas se les vienen abajo.” 

Y creemos que esta nueva cosa que debe ser el andalucismo del siglo XXI debe basarse en la memoria, en la cultura y en la economía para construir una hegemonía andalucista que tenga raíces hondas, cimientos sólidos, porque entendemos que sin hegemonía andalucista no tendremos nunca las alas que supondría el poder andaluz en Andalucía, en Madrid y en Europa. 

Es clave pensar y construir un proyecto que sea hegemónico y para ello vamos a plantear algunas ideas en torno a estos tres elementos:

Economía

Andalucía, que ya era la primera de las comunidades en paro y precariedad del Estado, en esta crisis está acentuando sus problemas ya que nuestro modelo económico dependiente, del turismo, un 16% del PIB andaluz, y de la construcción, va hacer que suframos más y durante más tiempo la situación crítica que se avecina y que se suma a la situación crónica de nuestra dependencia económica. Tenemos bases materiales necesarias para un cambio de modelo productivo: sol, viento, tierra.

No hay civilización sin energía y en Andalucía tenemos opciones para ser una potencia en las energías renovables, somos una de las zonas con más horas del sol de Europa, contamos también con zonas para producir energía eólica por la fuerza del viento. Tenemos la materia para construir un modelo energético basado en las renovables, que no sólo sirva para abastecer nuestro consumo, sino que exporte energía limpia a otras zonas, así, a partir de nuestra soberanía energética podremos crear riqueza. 

Otro pilar de la economía andaluza está ligado a la tierra: la agricultura ecológica y la agroindustria añaden valor al trabajo de nuestros agricultores. Transformando en Andalucía la producción agraria, comercializando y distribuyendo desde Andalucía esa producción se crean puestos de trabajo, valor añadido y riqueza. De lo contrario seguiremos teniendo la economía de una colonia, cuyas materias primas se extraen y se llevan a otros territorios donde se transforman, se comercializan y se queda la riqueza. Tenemos el ejemplo del aceite andaluz que se vende a granel y a bajo precio desde nuestras cooperativas y se envasa en Italia con el incremento considerable del precio del producto.

Es imprescindible, además, para mantener la vida en el mundo rural, una agricultura con agricultores que puedan vivir de ella. Hay que tener en cuenta que Andalucía no parte de cero en la construcción de su soberanía alimentaria,  ya a día de hoy en las diferentes comarcas andaluzas hay proyectos que están planteando este modelo desde la economía social y que deben ser la base y la referencia para dar el salto de escala al nivel andaluz. Tenemos por poner un ejemplo en la Subtbética ecológica, en el año 2009 en el municipio de Cabra nació una cooperativa agroecológica con 500 socios que articula una red de intercambio de alimentos basado en las relaciones de confianza y cercanía entre consumidores y productores que se localiza en Cabra, Puente Genil, Rute y Baena.

La batalla de la cultura y la memoria 

 Ya escribía nuestro Federico en 1931: Libros! ¡Libros! Hay aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia", [pues] "la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida".

Entendemos la cultura en sentido amplio, no sólo como producción artística sino como la forma de vivir, de relacionarnos, de expresarnos. De nuestras y nuestros mayores aprendimos la solidaridad y la ética de la alegría. Formamos parte de un pueblo trabajador y sabio.

En uno de los últimos actos en los que participó, José Luis Serrano decía que la cultura era un elemento clave para construir hegemonía andalucista: “Ser nosotros los que escribimos, y esto es la cultura, escribir la memoria”. Si nos amputan la memoria perdemos el futuro y la capacidad para transformar la realidad. En la actualidad, hay escolares andaluces que al ver las fotos en blanco y negro del 4 de diciembre de 1977 piensan que las banderas que aparece en ellas son banderas españolas. El 4D fue una victoria que abría a las y los andaluces las puertas del futuro, perder la memoria, en este caso es perder la victoria. Para evitarlo, el propio Serrano planteaba “generar una trama de conocedores, de investigadores que nos vaya explicando a nosotros mismos lo que fuimos”.

Y apoyar y disfrutar lo que somos en presente: la vanguardia de la producción artística es andaluza. Tenemos artistas de la talla de Benito Zambrano en el cine, jóvenes investigadores como Javier Contreras en Historia, Premio Blas Infante 2018, o Igor iglesias en Lingüística. Se hace rap en andaluz, rock en andaluz. El flamenco es la expresión más universal del sentir de nuestro pueblo… Una cultura potente es requisito indispensable para acercarse al poder.

Tenemos, en definitiva, una base cultural y una memoria que atesora nuestro patrimonio constitucional para sustentar la propuesta de sujeto político andaluz propio. El andalucismo se parece mucho al feminismo porque Andalucía es más matria que patria. Se trata, en definitiva, de poner la vida en el centro, cuidar de las y los andaluces y generar las mejores condiciones para una vida digna en esta tierra.  Memoria, cultura y economía son cimientos sólidos para el andalucismo del siglo XXI. Y como método la cooperación entre diversos, la conexión con la realidad y la capacidad de tejer alianzas.

Ojalá el andalucismo del siglo XXI sea mirar la realidad con gafas verdiblancas e injertar la cuestión andaluza con la cuestión social porque Andalucía es el nombre de la Humanidad al sur de Despeñaperros. 

Artículo de opinión de Pilar González, senadora de Adelante Andalucía; y Néstor Salvador, secretario nacional de áreas y sectores del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT)

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