Me tomé una pasti en Ibiza amenaza con ser la reina de las fiestas estivales ante una parte de la opinión pública escandalizada.
Me tomé una pasti en Ibiza amenaza con ser la reina de las fiestas estivales ante una parte de la opinión pública escandalizada. ¿Pero qué ha pasado con la sutileza de antaño, donde los Beatles para decir que se ponían hasta el ojete de LSD eran capaces de usar acronímicamente Lucy in the Sky with Diamonds? Que por cierto, que ya que firmaron en una bota de vino jerezano que atesoran los bajos fondos municipales (me refiero al sótano del Ayuntamiento) se podían haber estirado y haberle compuesto un temita a los caldos jerezanos. O a otro de los llamados pilares jerezanos, el ecuestre, algo con el doble sentido que solo ellos sabían darle: 'Me encanta el caballo' -en inglés 'I love the horse'-, no sé, los expertos son ellos. De lo que se trata es de potenciar el turismo con sutileza.
Pero estoy divagando. Dicen los expertos que Under the bridge de los Red Hot Chili Peppers no habla sobre un pedigüeño bajo un puente en la soleada Los Ángeles, sino de la soledad -lo siento por la cacofonía- causada por el consumo de drogas. Podría ser. Ni qué decir de Confortably numb (Plácidamente paralizado) y otras canciones de Pink Floyd, cuyo anestésico sonido ya evoca sustancias alucinógenas varias. Ése es el problema de Me tomé una pasti en Ibiza. Que no evoca nada. Lo suelta de sopetón. Sin ni siquiera currarse un poquito la letra. Y encima ya es número uno en Reino Unido. Y causa polémica. Y el autor es guays. Etc, etc.
Supongo que cada generación tenemos las letras sobre drogas que nos merecemos. Pero volviendo a Jerez, espero que no se convierta en el tema estrella también de la Feria que se aproxima, compitiendo por buscarse un hueco al lado de las sevillanas. Aunque hay algunas que quizá, ahora que lo pienso, también lleven sentidos ocultos: "Me casé con un enano, salerito, pa jartarme de reír. Ole ahí, ese tío que va ahí, ole ahí...".
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