Instalar una noria en el centro es una genial idea. Montarse y poder disfrutar de las bondades de la ciudad más grande de la provincia desde un sitio privilegiado habría sido una idea genial para revitalizar el centro. Más aún en estos tiempos pandémicos en los que solemos optar por las grandes superficies antes que por el centro. La oportunidad de ver, por ejemplo, la catedral, y de paso aumentar el movimiento económico de los comercios de esa zona, se podría haber visto eclipsada por multitud de cuestiones. Quién nos iba a decir que el problema iba a ser una palmera.
En Jerez de la Frontera tenemos muy buenas palmeras. Mención especial, por supuesto, a las de chocolate y yema de nuestras pastelerías. Imagino que estas no causan tantos problemas como las que, súbitamente, aparecen en la Plaza del Arenal para incordiar las decisiones municipales y causar controversia.
Debemos tener máxima precaución con este “palmeravirus”. Porque imagino que la idea de poner una noria en el centro no contaba con que allí hubiese una palmera -o varias-. Me costaría creer lo contrario. He tenido que pasar por el Arenal para verlo. Si no lo veo, no lo creo.
No sé hasta qué punto —no me compete a mí decidirlo, ni mucho menos— hay que exigir responsabilidades por este hecho. Lo que sí hay que plantearse es qué filtros tienen las propuestas de nuestros representantes públicos -todos ellos- desde que surgen hasta que se materializan. Aprovechando la instalación de una noria: démosle más vueltas a las cosas.
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