De verdad que no había ninguna gana de seguir escribiendo sobre la Navidad jerezana (ni de ninguna otra) a estas alturas, con el período de Zambombas ya finiquitado, pero… pero una vez más chocan, modo Luis Cernuda, la realidad y el deseo. Marca ACME, de natural crítico desde hace varios años con el fenómeno de la Zambomba en la muy festera ciudad de Jerez de la Fra (en este tema en concreto da igual que gobierne el PP o que anteriormente lo hiciera el PSOE), debe, sin embargo, salir al paso de determinadas apropiaciones que se están produciendo.
Desde estas líneas damos por bueno (vale, desde la absoluta indiferencia) que la Zambomba se haya proyectado a medio mundo mundial, no pasa nada. Incluso, a estas alturas, ya da igual que se produzca el fenómeno reproducido con nombres apócrifos como ‘zambombá’ o ‘zambombada’, sobre todo porque, de hecho, a veces el visitante que recibe durante estas fechas Jerez o vete tú a saber qué ciudad, asiste propiamente a una zambombá, que no Zambomba (siempre con alta cuando nos referimos a la fiesta), así que acierta en su nombre y todo…
Pero de lo que queremos hablar va más allá. Estamos hablando, hay que decirlo ya, de lo que está ocurriendo con otros fenómenos que podrían enmarcarse en las NeoNavidades españolas, pero no así, al menos no tanto, en las jerezanas, donde hay cosas que vienen de antiguo… no de la noche de los tiempos, todo hay que decirlo, pero sí de antiguo. Estamos hablando, claro, se habrá dado cuenta ya la avispada lectora, el inteligente lector, de la Tardebuena.
A ver, este cronista es de los que si hubiera sido creyente se hubiera hecho cruces al oír por primera vez este término, cosa de tres o cuatro años, siempre, en cualquier caso, después de la pandemia del covid (como si hubiera que poner del covid…). La Tardebuena –la tarde del 24 de diciembre para los despistados, que los hay– es algo que en Jerez se ha venido cociendo a fuego lento hasta ser lo que es hoy. Este cronista, en edad ya talludita, recuerda ir el mediodía de Nochebuena a las Zambombas de las radios, de la SER y la COPE, y enganchar ahí ya hasta media tarde en algún local del centro que programaba también alguna Zambomba, pensando más que nada en tener un detalle con clientes habituales. Y hablamos de hace cosa de 30 años (y pueden ponerle cinco más).
Total, que el tema de la Tardebuena –por entonces todavía sin nombre– fue evolucionando de manera paralela al de las Zambombas, pero como fenómeno particular. Claro, claro… en muchas ciudades siempre ha habido grupos de amigos y compañeros de trabajo liándola este día, con poca gana de ir a casa y todas la de pedir la penul, pero muy lejos de los parámetros ‘organizados’ que a Jerez le daba ser el último día ‘oficial’ de Zambombas.
¿Y ahora qué nos encontramos? Pues que el nombre de Tardebuena y la actitud ‘tardebuenista’ se ve y se oye ya por todas partes. El pasado 24 estaba este cronista viendo casualmente la tele, algo no muy habitual, cuando oye que en Móstoles (segunda ciudad de la comunidad de Madrid por habitantes) se está celebrando la Tardebuena. No recuerdo qué estaba bebiendo, pero fue como en las pelis… un puffff, de casi dos metros. Y nada, allí echando imágenes de la fiestuqui en la plaza de España de dicha villa, saliendo al fondo el bar en el que paraba alguna vez Iker Casillas con los colegas (este cronista ha vivido como veinte años en Móstoles, luego otros 30 en Jerez, y no, no tiene 50 años). Un dj allí pinchando y la plaza con 200 ó 300 personas, no más, que no estaba ni lleno. Y luego en el reportaje van y se dan una vuelta por el centro de Sevilla, con la plaza del Salvador a tope, eso sí: y venga declaraciones de “ahora los amigos y luego la familia”.
Claro, todo esto es una deriva del 'tardeo' que se instauró tras la pandemia, de que mucha gente que tiene cierta edad quiere seguir saliendo y ya le da cierta pereza la noche… pero amigos, esto lleva décadas ligado al día 24 en Jerez. Este artículo es para recordarlo, no para reivindicarlo. Ya que la tele se empeña en vender Móstoles o Sevilla (por orden de aparición en el reportaje) dejemos que lo haga, que no se meta el Ayuntamiento por medio a promocionar o reivindicar nada, que la tarde del 24 siga siendo ese pequeño secreto de los jerezanos, ese momento de la última Zambomba (de verdad) y la última copa con los amigos…
