Osos, cuponazos y grafías

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

El fallo ortográfico en las cartas para los Reyes Magos.
El fallo ortográfico en las cartas para los Reyes Magos.

Pues hasta el jueves por la noche no vi lo del oso polar de Cádiz, es lo que tiene ser analógico. Leí algo rápido por la mañana, eso sí, pero como no me fijé en la foto, pues no entendí bien de qué iba el asunto, así que tampoco comprendí nada de los cuatro o cinco WhatsApp de coña al respecto –alguno de muy lejos de la provincia, créanme- que me entraron en el móvil.

Una vez vista la escena, solo me queda sumarme a las declaraciones por Twitter de la concejala gaditana del ramo y reconocer la abnegación, entrega y profesionalidad del oso polar que, a buen seguro, volverá en las coplas del Carnaval de primavera, tal y como está previsto.

El oso con esguince cervical –grado III, hay que decirlo ya- me ha hecho recordar una escena a la vez picaresca y pintoresca –como la hubiera calificado el gran M.A.V., …. y de verdad siento no poder explayarme en este reducido espacio sobre la prosopopeya de este cronista para los que no sois de Jerez- que presencié hace bastante tiempo en el semáforo de Honda con la Rotonda de los Casinos.

Un coche frenó tarde y dio ligeramente por detrás a una furgoneta, de verdad que cosa de nada, siquiera se percibía un bollo, y en esto que se abre una puerta del vehículo alcanzado –no recuerdo si era el propio conductor o el acompañante- y sale un tipo dando saltos y alaridos de supuesto dolor mientras se llevaba la mano a la parte posterior del cuello. Dio la casualidad, ya digo, de que cuatro o cinco o periodistas que estábamos tomando algo en el bar chiquitito que había allí –tan chiquitito que creo que en una época se llamó algo así- viéramos lo ocurrido, por lo que el tipo de los alaridos, en vez de conseguir el apoyo que buscaba entre la concurrencia y que tenía absolutamente perplejo al conductor que le dio, lo que se llevó fue una buena ración de improperios, mofa y befa de viva voz por parte de la prensa, convertida de repente –y por una vez- de cuarto en tercer poder, dictando y ejecutando la sentencia sobre lo que pensaba del supuesto ‘herido’.

Tanta calle que este cronista siempre cree que tiene y, tras el incidente va y tras preguntar sobre el happening se entera de que el tipo lo que iba buscando era el llamado popularmente cuponazo cervical, la indemnización, baja, rehabilitación, etc, que lleva consigo este tipo de accidentes sea de verdad o figurado de manera exitosa, tal y como pretendía el pícaro aspirante a lisiado. Además, me enteré de que la provincia de Cádiz figuraba en un lugar muy destacado en un hipotético listado de denuncias y tramitación de indemnizaciones por este motivo, que la lotería tocar, no tocará, pero que el cuponazo cervical y sus miles de euros estaban a la orden del día…

¡Ah, cómo comparar al mal repartidor jerezano y al abnegado oso gaditano! “El mal Repartidor y el buen Oso”, que queda algo así como fábula de La Fontaine… Claro, que qué sabrá también de ‘cuponazos cervicales’ un oso polar… o puede que sí, en forma de una buena ración de focas, renos (lo siento, niños, la vida tiene estas cosas), etc.

En realidad, como ocurre tantas veces, la anécdota ha venido a cambiar por completo un artículo que estaba prácticamente enjaretado desde el miércoles –siempre pasa, hay que escribir el día antes como muy pronto, pero a veces, sobre todo con las fiestas, pues eso…- así que nuevamente el lector podrá tener en su pantalla casi dos artículos (el segundo resumido) por el precio de uno.

El MARCA ACME de hoy iba a ir también de temática navideña pero se iba a centrar en el “magestades” –por cierto, le acabo de decir por tercera vez al corrector que no me estoy equivocando- que con su ‘g’ figuraba en la carta ‘oficial’ para que los niños la entregaran a la Cartera Real, con Acoje y el Centro Comercial Abierto en la leyenda del propio sobre. No entiendo mucho el revuelo que se ha armado en redes sociales y alguna red analógica como las terrazas –a la espera de que dentro de poco vuelvan las barras de los bares- con este tema, sobre todo porque no es una cosa del Ayuntamiento, al menos no exactamente.

Que si las cartas estaban guardadas y no debían usarse, que si la Cartera Real, que si la Asociación de Reyes Magos esto y lo otro… nada, hombre, nada, cosas que pasan. Desde el punto de vista de este cronista, en Acoje –que al fin y al cabo es quien figura en la carta- hay una evidente intención de rendir homenaje –incluso homenage- a uno de los más importantes poetas andaluces del siglo XX, como es Juan Ramón Jiménez, al que hay que recordar que le gustaba simplificar sonido y grafía en la ‘j’… un homenaje –incluso homenage, ya digo- eso sí, inverso, deberíamos convenir, ya que Acoje opta en su escrito por la grafía ‘g’ para dicho sonido, al contrario de lo que propugnaba el Nobel onubense.

Haría bien Acoje en apuntalar sus tesis llamándose, por ejemplo, durante 2022, tal vez Acoge, que suena francamente bien –bueno, de hecho sonar, lo que se dice sonar, suena exactamente igual, debemos hablar más bien de su visualización-, a algo así como a una ONG: Acoge.

El problema es que, claro, el nombre de Acoje responde a Asociación de Comerciantes (del centro) de Jerez, casi un acrónimo por la consolidación de dichas siglas en la vida socioeconómica de la ciudad tras varias décadas de existencia, por lo que Acoge supondría de manera implícita que para estos comerciantes asociados Jerez se convirtiera por un tiempo en Gerez.

Un lío, sobre todo si tenemos en cuenta que en Jerez es de uso relativamente común la grafía antigua ‘x’ para referirse precisamente al sonido ‘j’… En definitiva, ¿es gobernable una ciudad en la que fuera común utilizar tres grafías, la ‘j’ (en las palabras que toque), la ‘g’ (en las que toque y el nuevo uso que le quieran dar los comerciantes del centro, reyes magos antiguos y futuros, etc) y la ‘x’ (nostálgicos, futboleros y vinateros de dulce) para el sonido ‘j’?

En lo que encontramos una respuesta, y tal y como he leído por ahí en internet en alguien que también le ha estado dando al magín –o al majín- con este tema, qué mejor que desear un buen año a los lectores, esperando que hayan tenido también unos buenos "Reyes Majos".

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