Novedades hosteleras

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

Terrazas en el centro de Jerez.
Terrazas en el centro de Jerez.

Como aquella chica que iba por las calles del centro de Jerez ofreciendo sus poemas y te entraba siempre diciendo “una preguntita…”. Pues eso, me van a permitir una preguntita: ¿los bares tienen una función social? Hablando de pueblos pequeños, este cronista está convencido de que la respuesta solo puede ser positiva, pero cuando hablamos de ciudades todo es discutible. No vamos a entrar en gustos, eso ya… vamos más abajo, a la raíz, vamos a conceptos como los de utilidad y/u oportunidad.

Lo curioso es que la propiedad o la gerencia de cualquier local que abre –en el centro de Jerez, por no movernos— lo primero que dice al ser interpelada al respecto es que lo suyo se trata de “una oferta novedosa”, “que ya iba haciendo falta un sitio así”, “va a ser toda una sorpresa” o cualquier fruslería similar, cuando después de un simple vistazo o de una excursión de carácter empírico se desprende que tal vez la novedad sea que el camarero sirve el Brugal-cola con la mano izquierda en vez de con la derecha o que el montadito de palometa con queso lleva su tira de pimiento morrón. Y ya. Mucho cortoplacismo.

Que a ver, que la gente tiene derecho a ganar un euro y que allá cada uno con su dinero, pero no deja de ser constatable la vista gorda –el exceso de vista gorda, cabría decir— que el Ayuntamiento está teniendo estos días de zambombeo, con el añadido de que esas nuevas ofertas, a la vista está, poco o nada están aportando en cuanto a calidad —o al menos en diversidad— y, en consecuencia, perjudica en general a lo que ya había (esto es como uno de esos aforismos sobre el funcionamiento de la Bolsa: cuando no sube, baja), atestando además no tanto los propios locales como las terrazas (las calles), que al final, con la disculpa de la pandemia, con la incomparecencia del Ayuntamiento, es el bien preciado que se busca en una ciudad con buen tiempo casi todo el año.

Ya saben que en Marca Acme no se habla por hablar, que nos gusta bajar al barro. Así que, entre esas ‘ofertas novedosas’, podemos citar un sitio que abrió el pasado puente sin terminar las obras… la verdad es que tenía un punto casi underground, ciertamente, de hecho la gerencia podía haber organizado alguna ‘novedosa’ visita en la que los clientes pudieran coger el palaustre y echar una mano (la radial, solo para avanzados); también tenemos una opción esquizofrénica, un local de acabado modernillo en la que diseño y precio buscan a un tipo de cliente (claramente de treinta para arriba) y la música es reggaetón, que no sé si acaba de combinar... ah, y tenemos otro local que también apuesta por la novedad, aquí perfectamente conseguida: siete pavos la copa normal. En Plateros hay otro local novedoso al que no he ido, no por falta de ganas, sino por un problema en el imprescindible servicio de helicópteros para acceder a la plaza estos días, que ya iré, igual que al Gallo Azul, que se está guardando para el final y cuya reforma, en este caso, tiene buena pinta, aunque parece que también va a abrir por fases.

Pero igual podíamos hablar de los bares que abrieron hace unos meses: hay uno que decía que se iba a especializar en cócteles, que ya hacía falta en Jerez… que total, se ve que nadie hace mojitos a golpe de futbolín, cuya recuperación es la auténtica novedad, muy celebrada por el vecindario; otro bar se ha especializado en ocupar la calle con la terraza… ya, ya sé que todos ocupan la calle con la terraza, pero éste al menor descuido no deja paso ni a sus propios camareros, debe ser para dar ejemplo… hay otro que tiene luces por fuera y a veces se ve que hay gente dentro, que a ver, no me entiendan mal, que no es un ‘bar de lucecitas’, es simplemente un bar que ha abierto casi casi como el famoso chiste de Gila sobre el niño que nace sin que estuviera su madre: “Señora Julia (a la portera), que ya he nacido”, vamos, que no se ha dado cuenta de la apertura ni el propietario.

Ya, ya… que qué fácil es criticar. Y tienen razón. En realidad, cualquiera que conozca a este cronista, que además no se esconde, sabe perfectamente que es más de baretos que de otra cosa, y tal vez por eso la presuntuosidad en los bares y en las proclamas de los que los regentan, como todo en la vida, sobre todo sin ningún tipo de motivo ni aval, acaba produciéndole mofa e incluso de befa…

A modo de coda, allá va una cita tan popular como los propios bares: Juanito, el futbolista del Madrid, decía –con razón— que 90 minutos en el Bernabéu es mucho tiempo. No te quiero ni contar cómo se les va a hacer a alguno los 90 días, números redondos, que van desde Reyes a la Semana Santa, qué frío…

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