Hay noticias que dejan a las claras la rutina de vivir en eso que se da en llamar una ciudad de provincias. Una de las más recurrentes son los datos de ocupación del aeropuerto, esa noticia que todo lector avezado espera conocer ansiosamente cuando abre el ordenador, va al quiosco o mueve el dial. Por supuesto están también las del número de viajeros del autobús urbano, las visitas a la plaza (de abastos) o la gente que pasa a ver los belenes, pero no es lo mismo. El aeropuerto tiene algo… como de futuro, de avance, de progreso.
Por lo visto, este año ha rebasado ya el millón de usuarios ¡a falta de noviembre y diciembre, la leche! y vuelve a niveles de hace una década, es decir, se puede decir formalmente que el aeropuerto de Jerez también acaba de salir de la crisis. Luego ya viene una sucesión de datos comparativos y un pequeño aliño sobre España y Alemania, los dos principales destinos. Atrás quedan esos años duros con continuos descensos en el número de viajeros y la disminución de vuelos, esos titulares truculentos, ese sinvivir en la economía terciaria (turismo, hoteles, hostelería y bodegas para visitar) en la que mal que bien —más bien mal— vivimos.
A ver, desde luego es importante tener un aeropuerto en la provincia y que además esté en Jerez, pero no se entiende muchas veces el inevitable chovinismo que acompaña las cifras, ese implícito “nos visitan”, cuando lógicamente muchos de esos viajeros van a Cádiz capital a arreglar o a ver equis, a Conil a bañarse, a Chiclana a jugar al golf o a Rota a comerse una urta como debe ser.
Bien, todos tranquilos a la espera de los nuevos datos que vengan a reforzar esa vida apacible que tanto nos merecemos…
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