Pues a ver qué ocurre con lo del teniente de alcalde de Movilidad y Participación Ciudadana, José Antonio Díaz, con lo del uso de un coche oficial para llevar a sus hijos al colegio antes de ir él al trabajo. En principio, si ha sido una cosa puntual, se puede considerar algo venial, feote por lo que tiene de uso de medios públicos parar fines privados, pero venial al fin y al cabo.
Tampoco ha cogido un avión para ir a Benicasim a ver a los pesaos esos de The Killers… perdón, perdón, que me lío… que a ver, que otra cosa sería que estuviéramos hablando de que fuera una práctica cotidiana, ‘por sistema’, ahí ya… En el vídeo que circula por ahí se puede ver perfectamente que este hecho se ha producido al menos dos días, lo que significa que con toda seguridad debe haber más (tampoco tendría más importancia si ha sido cosa de cuatro o seis o así).
No obstante, habrá que esperar, hay que tener en cuenta que todo esto tiene un proceso: alguien interesado percibe el hecho, ese alguien lo comunica a quién sea, alguien da la orden de grabarlo, alguien la de difundirlo. Vamos, que no pasaba por allí un militante (un poné) del PP y ha decidido hacer de paparazzo un par de días…
Hay que insistir en que por ahora y con lo que hay parece pronto para hablar de ceses. De todas formas, como ocurre casi siempre con éste y casos similares, lo que menos gusta es la mentira. Joder, si te pillan con el carrito del helado pues reconócelo y apechuga, no lo niegues, amenaces con ir al juzgado —que de verdad que están para otra cosa y no para las tonterías de los políticos— y luego para rematarlo no te vengas arriba y digas que lo volverías a hacer. Todo mal. Al final todo se sabe. Lo peor siempre es la mentira: a Bill Clinton le juzgaron por mentir, no por una relación, digamos, improcedente…
Comentarios