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Cuando tenemos fiestas en las que se celebra la vida, la volvemos a aderezar con una dosis de muerte. Parece que no podemos vivir sin ver morir o sufrir a alguien.

No sé cómo no las apañamos para darle la vuelta a las cosas. En Andalucía, somos muy dados al culto religioso a la muerte. Basta ver cómo celebramos el día de los difuntos o contar cuántos pasos de Jesús previos a la muerte o muerto tenemos, frente a uno sólo resucitado. Pero por si no nos bastaba, cuando tenemos fiestas en las que se celebra la vida, la volvemos a aderezar con una dosis de muerte. Parece que no podemos vivir sin ver morir o sufrir a alguien. Este sufrir siempre le toca a los más débiles: al mundo animal.

La Resurreción se celebra en muchos pueblos de Cádiz con la tortura y muerte de animales –los toros- por las calles de varios pueblos de la provincia, por cierto, ya en el punto de mira de la gente sensible al maltrato animal y que puede hacer mella en el potencial turístico de dichos pueblos. A ningún ayuntamiento le gustará que el nombre de su municipio lleve el apellido en los buscadores de internet como Pueblo donde se permite el maltrato animal.

Ahora de nuevo una fiesta religiosa que debería ser alegre –Pentecostés o la llegada del Espíritu Santo para los católicos– y transformada por arte de birlibirloque antropológico, que no vamos a detallar aquí en la romería de El Rocío, se convierte en un drama para los animales que participan de ella.

No es nuevo. Las fotografías que el Partido Animalista, Pacma, publicó el año pasado ponen los pelos de punta y que ustedes pueden ver aquí. ¿Quién tiene la culpa? La culpa la tenemos todas las personas. Pero unas más que otras.

Por supuesto, el primer culpable es quien está a cargo de un animal. Es responsable absolutamente de lo que le ocurra.

Son responsables las distintas Hermandades de El Rocío. Tienen que hacer una catequesis a sus hermanos explicándoles que maltratar a un animal va en contra de la Ley de Dios. A pesar de que haya curas que crean que el maltrato está permitido por el cristianismo. NO. No se puede maltratar a un animal si se es cristiano. No estaría mal que se leyeran la vida de San Francisco de Asís.

Son responsables también los obispos, por supuesto. Algunos hasta van a la romería y deberían actuar contra esto.

Y por último, la Administración, o sea, y por responsabilidad en el voto, todos los electores que votan a quien gobierna y que no exigen a quienes están en la oposición. ¿Qué controles hace el Gobierno andaluz? ¿Qué medidas toma para que esto no ocurra? ¿Son suficientes? Por lo que vemos: NO.

Ojalá que el año que viene no tengamos que hablar de lo mismo.

Y este artículo tendría que seguir hablando de otras víctimas de la Romería de El Rocío: el reino vegetal y en concreto todo el ecosistema del Coto de Doñana.

¿No hay otra alternativa para ir a Huelva que tener que atravesar el Parque Nacional? ¿Y si hay un incendio? ¿Es de recibo meter una romería de estas características por este recinto? ¿Cómo afecta a las especies animales y vegetales que ahí habitan? Eso sería ya para otro debate.

Descansen en paz los animalitos que se dejan la vida en la romería y pidamos a sus torturadores que no lo vuelvan a hacer y al Gobierno que no los dejen hacer.

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