Vista de la Gran Vía de Madrid. FOTO: Wikimedia
Vista de la Gran Vía de Madrid. FOTO: Wikimedia

Siguiendo a Maria Moliner, un epicentro es un punto de la superficie terrestre situado exactamente sobre el foco de un movimiento sísmico. Llevado esto al asunto de cuál es el papel que debe jugar la capital de un reino, la conclusión razonable sería la de no hacer tambalear al reino del que es parte por oportunismo político.

Como es sabido, Madrid era una provincia de España que antaño estaba integrada en lo que se conocía, formalmente, como Castilla La Nueva, si bien, nunca tuvo más relevancia institucional que aparecer sobre los mapas aunque ni siquiera fue tenida en cuenta al momento de constituir el Estado Constitucional, de tal manera que las provincias de Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Guadalajara pasaron a formar parte de una comunidad de nuevo cuño, la de Castilla-La Mancha y, Madrid fue reconvertida a comunidad autónoma uniprovincial y por acuerdo constitucional la capital del reino de España, lo que la da un estatuto especial, pero no el marchamo de ser el ombligo.

Madrid gobernada por el partido popular, en su forma de funcionamiento cada vez se parece más a lo que se conoce como Ciudad-Estado cuyo interés principal es el de acumular poder político (sometido) concentrando poder económico. De ahí la falsa convicción de que “todo pasa por Madrid”, afirmación que alberga una filosofía de poder que, dicho en términos históricos, más se parece a Esparta que a Grecia, cuya finalidad es la de someter al Estado al interés de la Ciudad-Estado, que se expresa en el momento presente en hacer de pinza para hacer saltar al actual Gobierno de España y poner otro en la dirección de la citada concentración de poder económico y de camino disfrutar, dado el servicio prestado, de lujosos apartamentos para presidentes por la concesión de contratos públicos. Que por eso el reino de España es suyo.

Desde el principio se ha visto cómo el gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid, capital Madrid (Ciudad–Estado), que es distinta a Madrid capital del reino que es la de todo el Estado, se ha opuesto a las medidas contra la pandemia, precisamente porque se enfrentan al concepto económico de sociedad que desarrolla el gobierno de la Ciudad–Estado y que quiere imponer al reino de España, pasando por la mercantilización de la política y de las relaciones humanas. Ejemplo de esto, ha sido palmaria la razón por la que cambia de criterio la Presidenta de Madrid, en clave de Ciudad–Estado, para pasar de la fase 0 a la fase 1 de la llamada  desescalada, desoyendo a los expertos sanitarios de la Comunidad, es que se reunió con unos importantes empresarios de Madrid que le hicieron ver el error de su planteamiento.

Esto es, predisponen la economía a la salud de las personas, noción que en poco se diferencia de los cleptócratas que gobiernan Estados Unidos o Brasil, que muera gente y trabajadores por el virus es una contingencia inevitable, lo que debe prevalecer es la economía sobre la vida. ¿Pero el peculio de quién debe sobresalir? ¿El de los autónomos? ¿El de la pequeña empresa?, no. Como hemos visto recientemente, la pandemia no está impidiendo que el IBEX 35 reparta dividendos, incluidos bancos, aseguradoras y empresas en pérdidas que, por otro lado, ya se están poniendo en fila para pedir ayuda al Estado con la excusa que la pandemia los ha situado en pérdidas.

Por tanto, el debate hay que centrarlo en lo que interesa a la población. Por un lado, parece más que claro, que hay que reinventarse y pasar a un modelo productivo que tenga su propia industria. Hay que cambiar, el modelo turístico, la producción del Estado no puede estar sometido a un solo sector, ya vimos lo que pasó con la construcción y la especulación inmobiliaria y bancaria, eso no puede volver a ocurrir.

Hay que desarrollar mayor y mejor inversión pública. La Sanidad Pública es elemento principal y debe ser reforzada, lo mismo que la atención primaria y la educación pública. Invertir en investigación y desarrollo. Normalizar las relaciones laborales es indispensable para equilibrar las fuerzas entre trabajo y capital, en este sentido, la riqueza debe ser redistribuida con criterios de justicia y solidaridad, construyendo un sector público que de estabilidad a la economía nacional y, finalmente, solucionar mediante consenso el conflicto territorial dentro del marco constitucional, caminar hacia el federalismo. Y en todo esto Andalucía juega un papel principal de equilibrio. Andalucía es clave en la reconstrucción del Estado Español puesto en marcha, nada que ver con el ombligo, ni con el epicentro.

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