He escrito en muchas ocasiones de la necesidad que los hombres tenemos de hallar hombres que sean referentes, hombres que se muestren y demuestren públicamente sin miedos al “qué dirán”, que otras formas de ser hombre son posibles. Hombres distintos a los de toda la vida. El feminismo lleva tiempo demandándonoslo, y para el movimiento de hombres por la igualdad la deconstrucción de la actual forma de entendernos es uno de nuestros objetivos principales.
Sin embargo, la realidad dista de los deseos, y aún vivimos en sociedades donde la normas de la masculinidad hegemónica, tradicional y reaccionaria son continua e interesadamente empoderadas desde todas las instancias, entre ellas la cultura y el cine. Porque no se trata ya de que el cine sea contado por voces masculinas, y sus historias sean la consecuencia de su sesgada visión de la vida, sino también porque la mayoría de los protagonistas masculinos son hombres que valorizan los patrones de la masculinidad más toxica.
Nuestra identidad como personas se conforma tanto por lo que vemos como por lo que oímos, y en ese aprendizaje la existencia de discursos que contradigan las normas son una estrategia que debemos fomentar para poder decir a los hombres que son posible otras formas de entendernos y comportarnos, y que no es verdad que seamos seres fuertes e insensibles, capaces de afrontar las más duras y difíciles misiones.
Que un actor excelente como Luis Tosar, habituado a representar al hombre del patriarcado, que no tiene nada que ganar y sí mucho que perder, haga unas declaraciones en las que cuestione la masculinidad, y plantee la necesidad de su transformación, a los hombres nos debe de llenar de alegría, y es una excelente y esperanzadora noticia que nos muestra la realidad de otros hombres.
Pero, además, sus palabras son una carga de profundidad a la línea de flotación de ese trasatlántico llamado patriarcado que flota sobre la masculinidad, la idea de la superioridad, las jerarquías, y las violencias sobre las mujeres. Criticar el modelo de masculinidad con el que nos identificamos la casi totalidad de los hombres no es fácil, pues supone plantar cara a todo lo que hasta hora hemos sido, y aquello por lo que somos valorados y considerados hombres.
Igual que el feminismo nos demuestra que lo que no se nombra no existe, podemos decir que no existe lo que no se ve. En la vida tener referentes es básico en nuestra toma de decisiones, pues sino tenemos opciones es muy difícil que podamos elegir. Para los hombres los referentes nos deben servir para conocer el hombre que debemos ser. Por eso es tiene tanta importancia que personas públicas como Luis Tosar tengan el valor de decir aquello que un hombre “de verdad” nunca debe decir.
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