Resulta cuanto menos curioso la habilidad que tenemos los socialistas para que nos coloquen muy a nuestro pesar en el epicentro de todos los seísmos.
Resulta cuanto menos curioso la habilidad que tenemos los socialistas para que nos coloquen muy a nuestro pesar en el epicentro de todos los seísmos que vienen afectando a la política española de un tiempo a esta parte.
Es verdad que en ocasiones ese extraño fenómeno surge de nuestro propio ser, sin lugar a dudas el más “atrevido”, por definirlo de una manera amable y cariñosa, de todos los que habitan el desolador panorama de los últimos resultados electorales desde el 20D al 26J. Y puede ocurrir que algunos piensen que es que a los socialistas nos va la marcha cuando en realidad estoy en condiciones de afirmar que comparados con populares o podemistas somos más bien tímidos e introvertidos y a las pruebas de los tiempos más recientes me remito.
No fuimos nosotros quienes apostamos desde el minuto uno por unas segundas elecciones pensando que el paso del tiempo cura todos los males y entre ellos la pandemia de la corrupción que azotaba Génova y toda su flotilla periférica. Tampoco fuimos nosotros quienes irrumpíamos, un minuto sí y otro también, en la actualidad mediática “tendiendo la mano” para de inmediato retirarla y seguir meciendo la cuna de una nueva convocatoria electoral.
Pero a pesar de lo reciente estos comportamientos han pasado ya a ser historia de la mano del resultado electoral del 26J y los mismos que criticaron la locuacidad y el atrevimiento de Sánchez hace unos meses le acusan ahora de guardar silencio actitud muy valorada por esa fuente inagotable de sabiduría popular que es el refranero español y donde puede leerse aquello de que “de haber hablado se arrepintieron muchos, de haber callado ninguno”. Y puede que un argumento tan sencillo como este es el que haya llevado a Sánchez a guardar silencio hasta la celebración del Comité Federal de este fin de semana a la espera de contrastar con la organización la estrategia más acertada y de ahí definir el posicionamiento político del principal partido de la oposición por mucho que le pese a quienes hicieron del “sorpasso” su objetivo electoral y a quienes desde la otra orilla pusieron en marcha desde hace tiempo los mecanismos necesarios para que eso fuera posible.
Y ahora seis meses después estamos en las mismas: Rajoy y el aparato popular empeñados en situar a Sánchez y el PSOE en el centro de la diana de la responsabilidad de Estado y de la ira popular si fracasara su investidura y nos viéramos abocados a unas terceras elecciones. Estrategia a la que se han sumado tarde, probablemente por su depresivo estado de ánimo, pero de manera entusiasta los 'siete reinos de las confluencias', esta vez por boca de la reina de dragones andaluza conocida popularmente como 'Teresa chúpate esa', que ni corta ni perezosa ha sido la encargada de tender, por enésima vez esa mano de Podemos que lleva camino de convertirse, ahora sí, en el brazo incorrupto de Santa Teresa.
El objetivo está claro de una y otra parte, sacar a bailar al PSOE a una pista que más que un salón de baile recuera aquellas otras pistas en las que el desaparecido Ángel Cristo pasó buena parte de su vida bailando con fieras. No es tiempo de más espectáculos circenses en la política española, es hora de que cada partido asuma la responsabilidad que los ciudadanos y ciudadanas le encomendaron el pasado 26J, esa noche quedó claro quien tiene la responsabilidad de formar gobierno y quien debe liderar la oposición, lo demás son sonrisas y lágrimas de un país.


