Llevo unos días pensando qué hubiese podido evitar que Anticapalistas, la corriente más a la izquierda que habita Podemos, abandonara la formación morada, como parece que será lo que ocurra definitivamente, aunque en Galicia, Madrid, Baleares o Murcia hace ya tiempo que se marcharon. Los miembros de esta corriente sostienen que la entrada de los morados en el Gobierno de coalición ha sido determinante porque su identidad no se puede permitir el lujo de gobernar con el PSOE. “Nosotros nacimos para romper el Régimen del 78, no para sostenerlo”, dicen sus militantes.
En Andalucía han sumado un punto más a su ideal y dicen ser también andalucistas, aunque la decisión de abandonar Podemos la van a tomar en una reunión estatal de Anticapalistas en Madrid y la confluencia Adelante Andalucía está en la UCI porque la han usado para la guerra interna y hacerle oposición a Pablo Iglesias y al Gobierno de coalición de España.
El antiguo partido Izquierda Anticapitalista, que obtuvo 22.000 votos en las elecciones generales de 2011, cabía en un taxi antes del nacimiento de Podemos. Ahora, tras cinco años en el que han conseguido sumar a alguna gente más, podría caber en un microbús, siendo generoso.
El peso en Podemos del trotskismo es mínimo, con la salvedad de la sobrerrepresentación en los órganos de dirección de Podemos Andalucía, controlada al milímetro por Teresa Rodríguez y sus compañeros de Anticapitalistas. En Andalucía, la corriente no llega a 500 miembros, pero en el Parlamento andaluz cuenta con todos los escaños que obtuvo Podemos dentro de la coalición Adelante Andalucía y todos los liberados, que no son pocos.
De 17 diputados, la corriente Anticapitalistas tiene 11 miembros que ahora no se sabe si mantendrán su actas de diputados, pasándose al grupo de no adscritos, si dimitirán y darán paso a otros miembros de la lista o si provocarán una crisis en el grupo de Adelante Andalucía que le dé una nueva estocada a una marca que en un año ha sido usada por los de Teresa Rodríguez más para hacerle oposición a Pablo Iglesias que al trifachito andaluz.
Dentro de Podemos, hay militantes que están sufriendo la ruptura, que en lo cercano se traduce en lazos emocionales, pero también saben que la formación morada no puede continuar dirigida en Andalucía por una corriente que ha convertido a la organización en un búnker y que en lo ideológico le hace el juego a la derecha desde un pueril idealismo que se resumen en que gobernar es malo, salvo si es por mayoría absoluta, legitimando con ello el discurso reaccionario de la derecha que considera que la izquierda es ilegítima para ocupar gobiernos y que el poder sólo le corresponde a quienes defienden a las clases privilegiadas.
En Andalucía, el paso de Anticapitalistas por la dirección de Podemos se ha saldado con una organización inerte que en provincias como Córdoba sacó 4 concejales en las últimas elecciones y que en Granada, Almería o Málaga sólo existe en las áreas úrbanas.
Mientras la corriente de Teresa Rodríguez se ha dedicado a teorizar sobre si gobernar o no con el PSOE, se han abandonado a los pueblos de Andalucía y no se ha vertebrado un territorio extensísimo que no se llena de palabrería hueca de revolucionarios gentrificados que están esperando que la revolución aparezca a la vuelta de la esquina y los pille con megáfono en mano.
Aunque Podemos hubiese sido la organización más democrática del mundo y Pablo Iglesias le hubiese dejado a Teresa Rodríguez constituir un partido netamente andaluz, nada hubiese podido frenar la marcha de Anticapalistas tras el Gobierno de coalición. Su abandono de Podemos no es por cuestiones políticas, sino que es un asunto religioso, de camino doctrinal.
En el ADN del trotkismo está no gobernar con el PSOE, da igual qué PSOE sea y el programa que se firme. El acuerdo de gobierno de coalición, que ha sido refrendado por el 97% de la militancia andaluza de Podemos, ha sido la puntilla para que la corriente de Teresa Rodríguez tome la decisión de marcharse de la formación morada.
Podemos ahora tendrá que afanarse bien en Andalucía para reconstruir una organización devastada que tendrá que rearmase sin los recursos económicos y humanos con los que Anticapitalistas ha gestionado Podemos Andalucía durante los últimos cinco años. Una vez que se digiera el duelo, Podemos tiene una oportunidad de construir una organización seria, dialogante, enraizada a las comarcas y que tenga buenas relaciones con IU, al contrario que ahora, donde hay diputados de Anticapitalisatas que ni le dirigen la palabra a otros parlamentarios de la coalición de izquierdas.
Podemos se equivocará si sustituye el dogmatismo y totalitarismo con el que Anticapitalistas ha gestionado Podemos en Andalucía por otro sectarismo. Los militantes de base, los que le han pegado los carteles a Teresa Rodríguez y han colocado las sillas para sus mítines, están deseando pasar página y abrir una nueva etapa donde la convivencia sustituya al revanchismo y en que la próxima persona que dirija Podemos Andalucía sea la secretaria general de todos los militantes y no sólo de los de su corriente.
“A mí me encanta lo que dice Teresa Rodríguez, pero no lo que hace”, afirma una militante de Podemos de un pueblo sevillano que en su día abrazó el ‘teresismo’ pero que hoy está deseando que Anticapitalistas saque sus manos de la formación morada en Andalucía para pasar página, de una época protagonizada por el conflicto estéril y dogmatismo cerril de una dirección que ha hecho más religión que política y que se marcha con un informe de gestión de 28 páginas.
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