Cualquier tiempo pasado fue mejor. Eso dicen los más nostálgicos y/o pesimistas echando la vista atrás. Y esa frase es válida para tantas cosas... incluso para la telefonía móvil.
Cualquier tiempo pasado fue mejor. Eso dicen los más nostálgicos y/o pesimistas echando la vista atrás. Y esa frase es válida para tantas cosas... incluso para la telefonía móvil.
A estas alturas del siglo XXI, los smartphones o teléfonos inteligentes cuentan con unas especificaciones realmente potentes. Es muy posible que nuestros móviles sean técnicamente superiores a nuestros ordenadores de hace diez o 15 años. Quién lo diría... tecnología punta que cabe en nuestro bolsillo. Aunque no todo es de color de rosa. Nuestros móviles pueden tener pantallas de altísima resolución, contar con ocho núcleos o cuatro gigas de ram (sea lo que sea eso), pero lo que son las baterías... dan pena.
Sí, lo dejamos toda la noche cargando, lo desenchufamos y en pocas horas la batería parece estar pidiéndonos una carga urgente. ¿Para qué queremos un móvil tan potente si cuando le damos un uso medianamente intensivo nos arriesgamos en pocas horas a estar desconectados o desconectadas? A la vista está que se están vendiendo como churros las baterías externas.
Y aquí recurrimos a la melancolía del ayer y más de una vez he leído a gente lamentándose de que a su viejo Nokia 3310 la batería le duraba todo una semana. ¡Madre mía! ¿Qué móvil de hoy puede igualar semejante hazaña? Refresquemos la memoria. Nuestros Nokia 3310 (o cualquiera de los móviles de entre finales de los 90 o principios de los 2000) eran la leche. Con ellos podíamos pasarnos horas y horas chateando en el WhatsApp sin el dichoso aviso de que nos estábamos quedando sin batería. Podíamos estar en el Twitter, en el Facebook o en el Instagram a tope, sin miedo a quedarnos desconectados, todo gracias a sus cuasi infinitas baterías. Podíamos hacernos 14.459 selfies de un tirón y elegir uno o dos de ellos para subirlos a todas nuestras redes sociales buscando el like del chico o la chica que nos gusta.
El navegador web, otra maravilla: podías verte todas las alineaciones de la historia del Real Madrid sin miedo a perder detalle gracias a su gigantesca pantalla. Por no hablar de los juegos: tenías desde la serpiente hasta el Candy Crush, al que podías echarle horas infinitas jugando a ese nivel que se te resiste, a la espera de unas almas caritativas que te pasen vidas.
¿Por qué este retroceso? ¿Por qué nuestros móviles de ahora duran unas pocas horas y necesitan ser cargados a la noche como muy tardísimo? ¿Qué tenían los móviles de antes para tener tantísimos días de duración de la batería? Mediten.
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