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El poder es insondable y es imposible que una esfera pueda adueñarse de él. Matizaremos esto: no es posible que el más poderoso sea el más intelectual u objetivo, el más fuerte o el más adinerado. El poder es mucho más amplio. Cuanto más completos e íntegros seamos, más poder tendremos. Luego estará nuestra condición como personas, que esto no afectará a la cantidad de poder, sino a la forma: dañina o beneficiosa.

Las emociones siempre han sido consideradas una debilidad. Sin embargo, uno puede tener un gran conocimiento y un gran estatus, pero si no cae simpático puede rodearse de enemigos implacables que tarde o temprano socaven su éxito o su felicidad. Muchas veces nos centramos en obtener poder desde el exterior, cosificando situaciones y personas. Pero este poder es muy escurridizo, realmente no nos pertenece, sólo lo vamos rotando o pasando como una pelota, unos a otros. Como ocurre entre los corruptos. Todos acaban descabezados, tarde o temprano. Si no es por la justicia, por ellos mismos.

El poder no tiene por qué ejercerse en una dirección. El poder puede, simplemente, contenerse. Como ocurre en el caso de esas personas que viven y dejan vivir. No desperdician su energía en controlar a otros, sino que la invierten en construir su seguridad y su valía personal con sus propios recursos internos. Este poder sí tiene una aportación más amplia, traspasa esa red acotada a la que todos estamos acostumbrados. ¿Dónde se origina este poder?

El poder emocional —y matizo aquí, sano— es ese poder que se contiene y que nos permite ser íntegros sin manipular ni someter a los demás. ¿Cómo puedes ser exitoso si antes no has trabajado tu autoconfianza? ¿O si no sabes relacionarte con los demás, poniendo límites sanos? ¿Se puede ser feliz permitiendo que otros instiguen nuestras reacciones?

Valorar las emociones es ser dueño de una poderosa herramienta. Si conocemos a los demás emocionalmente, conocemos sus motivaciones, qué les hace vibrar. El carisma viene de crear nexos, puntos en común que nacen de la empatía y de la simpatía. En cambio, si trabajamos sobre las propias, nadie nos controlará ni nos robará nuestra paz interior. Estas cualidades, de empatía, sensibilidad, autorreflexión… se han desvalorizado por siglos, pero es a través de la afectividad desde donde se construye la base de todo ser humano. Con la inteligencia emocional podemos sacar lo peor o lo mejor de nosotros mismos… y de otros.

La subjetividad está muy desvalorizada, pero realmente aquí es donde todo parte. Toda nuestra vida se conforma a raíz de esta subjetividad, de nuestros valores y percepciones internos. Y el mundo se conforma con un cúmulo de subjetividades particulares. Enfocar adecuadamente la percepción de otros es clave para relacionarnos con otros. Muchos problemas sociales vienen por la falta de este entendimiento.

Las emociones nos impulsan o nos bloquean. Sin motivación y sin pasión no hay avance. Nos guste o no, nuestras emociones nos impulsan hacia adelante en la vida. Cuando están bloqueadas, ahí nos quedamos, con el carro parado toda la vida, o estancado en ciertas etapas vitales. Ya lo decía Platón: “El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas; y los sentimientos, los caballos.”

Y sí, el poder negativo siempre nacerá de una falta de poder personal oculto: “Controlo a los demás para que no me controlen”. En vez de: “Me responsabilizo yo de mí para que no me afecte el control de otros”. Cuando a un corrupto se le pilla, siempre le echa la responsabilidad a otro. Pero una persona íntegra nunca deja su poder, porque admite sus equivocaciones para mejorar.  Es significativo. Al final, ese tipo de personas que ejercen el poder material y social tienen una grave falta de valor personal, tanto como para tener que compensarlo fuera de sí mismos.

¿Crees que la obsesión por ejercer el poder sobre los otros nace de una sensación impotencia interna? ¿Por qué hay gente que cree que el poder está en lo efímero y externo, cuando esto al final es perecedero y cambiante? ¿Perderán los corruptos, recientemente descubiertos, su sentido vital por abandonar el poder?

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