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"Y oye, pa recibir al Rey, to la plana. La alcaldesa, el guapo y la Susana. A esa sí le hacía yo un peinaíto".

Ojú, qué sofoco. Niña, yo cómo iba a abrir ayer… ¿Po tú no tantearao que vino el Rey? Allá me fui, como tiene que ser, que el Rey no viene a la Isla to los días y una permanente puede esperar, que tampoco te ibas a una boda. ¿Que no lo viste? Po te lo perdiste, tan guapo, tan de blanco, tan alto y con esa barba… qué porte, qué hombre. Yo me lo imagino mu Borbón, tú ya me tiendes, que no se le va una. No me extraña, con esa planta. Yo es que lo veo entrando por esa puerta pa que le corte el flequillo y mira, qué vapores. Yo lo vi cerca del Parque de los Patos, pasar con el coche pero yo te digo que me sonrió. Que sí, que iba al Observatorio a poner en marcha un reloj. Yo que sé, qué más da si era de cuerda o digital, lo bueno es que dicen que ese reloj es el que marca la hora de España, qué importancia, pa que luego digan que la Isla está muerta. Aunque si te digo la verdad el reloj del Observatorio me tiene a mí un poquito jarta, tú sabes que yo vivo cerca. To los días, to los santos días, domingos y fiestas incluidas, suena a las ocho de las mañana la corneta y el himno de España por una megafonía mu fuerte, mira, que le dan a una ganas de ponerse firme y to. Yo lo respeto mucho, bien lo sabe Dios, pero un día me llevé a un gachó a mi casa y estábamos por la mañana ahí dale que te pego y cuando empezó a sonar el himno, mira, hasta se puso la mano en la sien como si yo fuera un general, qué cosa, pa tanto no es, que a mí me cortó el impulso. Si llega a tener letra se me pone a cantar, y yo con las patas abiertas. Y a la una de la tarde otro himno de esos que cantaban en la mili. Yo no entiendo por qué tiene que escucharlo to la barriada, que lo pongan pa ellos. Y flojito, que me despiertan to los días. Qué cosa.

Y oye, pa recibir al Rey, to la plana. La alcaldesa, el guapo y la Susana. A esa sí le hacía yo un peinaíto. El guapo y la alcaldesa van siempre mu bien puestos, parecen los muñecos de la tarta de bodas, qué dos, en to las fotos, pero la Susana… en vez de la muñeca de la tarta parece del coro rociero. A mí no me gusta, a ella sí le hacía yo la permanente, por lo menos un cambio, porque el pelo corto… no le pega, no la veo yo con esos cachetes y esa cara de pandereta. Ay, señó, yo hubiera ganao dinero de asesora de imagen de esas que van con los artistas.

Ya, ya estoy terminando contigo. ¿Ves como daba igual un día antes que después? Que el Rey es el Rey, aunque si te digo la verdad, yo no sé pa qué ha venío, media Isla cortá, la policía al completo en las calles y los aviones que no paraban de pasar. Y ya sa ido el gachó y aquí el paro sigue siendo el mismo, por mucho que suene el himno de España por las mañanas; y la peluquería como siempre, a menos. Porque al otro día estaba el Borbón en el fútbol, inaugurando un campo, que lo vi yo. Qué cosa, viaje p’arriba, viaje p’abajo poniendo placas y el pueblo pidiendo pan. Como que esto no tiene remedio.

Venga, con Dios, y ya sabe que cuando venga el Rey, no vengas. Qué bien te queda la permanente. Ay, si la Susana se pusiera en mis manos…

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