guerra_taurinos-anti_taurinos.jpg
guerra_taurinos-anti_taurinos.jpg

Independientemente de cómo se posicione cada cual, de lo que le guste o no le guste, de su predicamento, moral o incluso fe, hay cosas que claman al cielo.

A raíz de la terrible cogida y muerte del torero Víctor Barrio en Teruel, hemos asistido a un carrusel de exabruptos, memeces y meadas fuera de tiesto que, en mi caso en particular, no solo me han provocado estupor sino incluso vergüenza ajena. Vergüenza de país. Porque si este toma y daca, este 'pim pam pum' entre taurinos y no taurinos es la realidad de la convivencia y el respeto que nos espera en el día a día de nuestra nación, apaga y vámonos.

Independientemente de cómo se posicione cada cual, de lo que le guste o no le guste, de su predicamento, moral o incluso fe, hay cosas que claman al cielo.

No. No es de recibo alegrarse de la muerte de un ser humano. De ninguno, ojo, o estaríamos entrando en la hipocresía de catalogar a los muertos como de primera o segunda categoría, según nuestras preferencias o simpatías. A mí me entristece sobremanera que un chaval que no ha llegado a los 30 años muera de manera accidental y absurda. Tal es el caso de Víctor Barrio… o de un soldado que fallezca durante unas maniobras militares. Forma parte de la vida que escogieron y asumieron el riesgo como parte de este macabro juego. El que se tira en paracaídas sabe que algún día el paracaídas puede no abrirse. Ponerse delante de un toro también es exponerse a un peligro cierto.

No es menos cierto, además, que la tauromaquia a día de hoy es una actividad legal de la que se lucran y viven muchos españoles, y mientras no se alcance un consenso sobre la inevitable modernización de la 'fiesta' (o su erradicación si no se lleva a cabo ese acoplamiento con los nuevos tiempos, porque Europa manda), no se puede criminalizar al torero fallecido. Mucho menos a la familia, que ya me dirán qué maldita culpa tiene de la afición del chaval.

Insultar, humillar, o faltar al respeto de alguien que ya no puede defenderse es reprochable. Hurgar en la herida de sus familiares alcanza ya lo vomitivo.

Ahora bien, tampoco es de recibo hacer de cada capa un sayo y aprovechar la coyuntura para lanzar una campaña orquestada contra los antitaurinos, con denuncias incluidas, que en un principio van dirigidas a los que insultaron y faltaron, pero que vaya usted a saber si por el camino se mete en la misma saca a alguien que simplemente ha manifestado su animadversión hacia la fiesta.

Pedir firmas para que se le retire una titulación académica a un profesor de Primaria por su desafortunado comentario me parece otra meada fuera de tiesto. Amonestación y tirón de orejas, sí, por supuesto.  

Pero si actuásemos de la misma manera con todo aquel que insulta, difama, falta a la memoria de alguien y la de su familia… ¿cuántos títulos académicos habría que retirar a periodistas, políticos y ciudadanos en general?

Cuidado que nos metemos en terreno resbaladizo, señores. Y que se instrumentalice por parte de unos la muerte de un chaval para esta guerra taurinos-antitaurinos me parece tan despreciable como los insultos de los otros.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído