Jerez ante el 24M: el cambio sigue estando por hacer

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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El gobierno de María José García-Pelayo se coloca en la pole position de la cada vez más próxima campaña electoral con el pobre aval ante la mayoría de ciudadanos que la votaron de haber convertido en extraordinario lo ordinario. Aunque todo sea producto de una gran huida hacia adelante con efectos a corto plazo aún imprevisibles. La gangrena económica avanza y cualquiera sabe que lo que queda en estos casos es amputar. En teoría, o eso se afana en proclamar la también líder del Partido Popular en Jerez y en corear los miembros destacados de sus filas, la recuperación económica es real y, al igual que en el país, se palpa en Jerez; el Ayuntamiento ha ordenado sus cuentas; ya no hay manifestaciones y tambores bajo el balcón de Alcaldía; la plantilla municipal navega encallada y dividida entre el miedo y los privilegiados pero no protesta apenas ante abusos y arbitrariedades; los autobuses que hicieron que parasen por huelga durante 185 días hace dos años ahora, circulan semivacíos pero circulan; la limpieza viaria y la recogida de basuras que convirtió a Jerez en un estercolero durante 21 días de finales de 2012 ahora es muy deficiente pero se lleva a cabo como se puede tras los hachazos en nóminas y plantilla; la imagen y proyección exterior de Jerez que por momentos en esta legislatura se llevó hasta el fango se sustituye ahora por una postal manoseada de evento en evento superfluo gastando dinero público sin retorno y a todo trapo. Haber convertido en extraordinario lo normal.

Al menos hasta ahora, lo que han dado de sí 80 millones por malvender el agua pública. Esa es la hoja de servicio con la que mira cara a cara Pelayo a la reválida. No queda nada de lo que prometió. Nada queda de la estabilidad para la plantilla, de la excelencia de los servicios públicos, de la reducción de la deuda municipal sin traumas, del mantenimiento de la gestión pública del agua, de las consultas populares, de la participación, de los grandes pactos por el empleo, de los estatutos económicos especiales para Jerez, etc. Pero es que tampoco queda nada de aquel gobernar para todos, sin mirar permanentemente el pasado, consultando y negociando con la oposición... de su discurso de investidura.

Ni tampoco de tantos proyectos que ha ido propagando por esta legislatura como una enorme nube de humo salida de un cigarrillo. No hay nada de la terminal de Esteve, ni de la reconversión de Ifeca en Palacio de Congresos, se abandonó la Ciudad del Flamenco, tampoco ha despegado el Polo Aeronáutico, ni ha brotado la industria en el Parque Científico Tecnológico Agroindustrial (PCTA), no se ha relanzado el aeropuerto, no ha llegado el AVE, no hay Ciudad de la Justicia ni nueva Comisaría de Policía, no se construyen viviendas públicas desde 2008, la Plataforma Logística del Sur de Europa y el recinto fiscal de Zona Franca cayeron en el baúl de los recuerdos, no hay estrategia seria a nivel turístico ni de industria cultural, no hay planificación ni coordinación con las oportunidades que han representado los planes de empleo de la Junta de Andalucía con proyectos municipales serios, rigurosos y con valor añadido.

En general, la ciudad está mutilada con una persona al frente de más que dudosa capacidad de liderazgo ciudadano, ideas (buenas) y gestión. Con una ciudad integradora en la cabeza. Con una idea, por mínima que fuese, de ciudad. Los proyectos estratégicos están bloqueados, sin redefinición en muchos casos. No hay proyecto para el centro (urbanísticamente solo el carril bici planteado por la Junta ha servido de revulsivo en estos cuatro años), ni tampoco plan de acción para la juventud y la cultura. No hay progresos en las carencias de equipamientos públicos, en las relaciones con los ciudadanos, y hasta una oportunidad como era el Plan Urban para el Distrito Sur se ha convertido en un auténtico cajón de sastre sin consecuencias en la transformación de esta zona tan populosa como deprimida del municipio. No han llegado nuevas inversiones productivas en estos años ni hay nuevo suelo industrial urbanizado ofertado en una ambiciosa campaña de comercialización exterior.

En estos años, Pelayo no ha querido escuchar, ha preferido pagar por el silencio o directamente despreciar y obviar. No ha querido conciliar, ha preferido permitir que el guerracivilismo llegue incluso hasta el terreno de los gustos y sentimientos deportivos (ya saben, divide y vencerás). No se han querido escuchar opiniones contrarias, críticas y reclamaciones (por eso se borró del mapa hasta al Defensor del Ciudadano). En cambio, se ha optado por lucir el traje del emperador, se ha preferido el nocivo están conmigo o contra mí, el estos son de los nuestros, la caridad en lugar de la solidaridad, los intereses privados antes que por lo público... Lo lógico y normal es que un balance así tuviera la adecuada respuesta ciudadana en las urnas. Pero Jerez, ya saben, no entra dentro de los parámetros de lo que podríamos denominar ciudad "normal".  

Lidia Menacho, politóloga y otras muchas cosas más sin empleo en el sector privado reconocido, es la jefa de campaña de Pelayo para las municipales y recientemente aseguraba que "el PP de Jerez se presentó en 2011 con tres objetivos, que ha cumplido, como eran la normalización del Ayuntamiento, unos servicios públicos de calidad e incentivar crecimiento y creación de empleo". Cuando señalan la luna los tontos miran el dedo, debió pensar una persona que sabe que hay más de 4.000 parados más desde que Pelayo es alcaldesa (llegó a tener a la ciudad en 37.200 desempleados); que es comentario común en cualquier barriada que la calidad de los servicios públicos que presta el Ayuntamiento brilla por su ausencia; y que algunos de sus compañeros han llegado a admitir fuera de micrófonos que el Ayuntamiento "está para cerrarlo".

O sea, viéndolo desde esta perspectiva, puede afirmarse que la regidora del PP no solo no ha cumplido ni uno solo de los objetivos de los que habla, sino que entierra otro rosario de compromisos que ya ni siquiera figuran en su discurso.  Como si de Lampedusa se tratara (sí, ya sabemos que está muy manida la referencia), Pelayo y sus ayudantes políticos han aparentado que todo cambiaba en estos cuatro años para que nada realmente cambiase: mismo clientelismo, misma compra de voluntades y silencios, misma discrecionalidad, misma apariencia de legalidad, mismas formas, mismo revanchismo, mismo personalismo, mismo rodillo en las decisiones... Y lo peor es que han permitido que en estos cuatro años, a la manera machadiana, los jerezanos sigan sin salir del cruel laberinto de ser hijos de una tierra pobre e ignorante, de una tierra donde todo está por hacer. Donde todo el cambio sigue por hacer.

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