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Si nos dejan enviar votos a euro cuarenta cada uno, pero luego no van a ser tomados en cuenta, quizá es que lo que les importa no es nuestro voto, sino nuestro dinero.

Es el tema más comentado de la última semana. El pasado sábado 11 de febrero, RTVE celebraba la llamada Objetivo Eurovisión, la gala de preselección del que sería nuestro representante de este año en el Festival de Eurovisión.

Lo que debería haber sido la introducción a la que quizá sea la mayor “fiesta de la música”, acabó convirtiéndose en un bochornoso espectáculo de acusaciones de tongo, abucheos e insultos emitidos en directo en nuestra televisión pública, e incluso, supuestamente, agresiones a uno de los miembros del jurado.

La gala, por supuesto, ya estaba en el punto de mira desde antes de empezar tras el fracaso de la preselección del año anterior, fuertemente marcada por los fallos técnicos (que llegaron a mermar la actuación de una de las candidatas en más de 40 segundos de los tres minutos que poseen para mostrar su candidatura), la desastrosa realización y el ineficiente trabajo de sonido -que en ocasiones provocaba que ni siquiera pudiéramos escuchar a los coristas-. Todo eso por no mencionar el escenario: minúsculo y totalmente desprovisto de unos recursos tecnológicos a la altura del festival televisivo al que iría destinada la candidatura. Todo lo contrario a otras preselecciones como el Melodifestivalen sueco.

La preselección de este año pareció mejorar hasta cierto punto los problemas de sonido (solo hasta cierto punto) e incluir alguna que otra novedad en el escenario (como un suelo de led, que mucho debió costar a RTVE porque fue lo que más pudimos ver durante las actuaciones de los concursantes). Sin embargo, no bastó para evitar una gala marcada por los fallos de realización, como por ejemplo, el hecho de que durante una de las actuaciones se enfocase, literalmente, a otra cámara del plató, en lugar de a la candidata que estaba actuando.

Sin embargo, en esta ocasión el problema fue más allá. La elección de un jurado poco relacionado con el festival, entre los que se encontraba Xavi Martínez (locutor de radio que ya se había posicionado públicamente a favor de la candidatura de Manel Navarro, uno de los candidatos), incumplía las normas de la propia RTVE, que incluían la no relación entre jurado y ninguno de los candidatos.

Por si fuera poco, RTVE anunciaba que este año, por primera vez, público y jurado tendrían cada uno el 50% del poder de decisión pero que, en caso de empate, decidiría el jurado. Tres personas, sin relación alguna con el festival (pero alguna de ellas con relación con uno de los candidatos) tendrían más poder de decisión que los votos de todos los españoles a los que el candidato tendría que representar. Lo cual no deja de ser irónico teniendo en cuenta que al ser una cadena pública, nosotros mismos pagamos la gala, pagamos la candidatura, y por si fuera poco, nos cobran por votar en esa preselección (al votarse mediante SMS y no ser precisamente barato su precio).

Visto lo visto, el voto del público no sirvió de nada al dar el jurado la mínima puntuación a la favorita del público y la máxima al candidato con el que tenían una relación ya más que probada. El jurado rompió el empate y decidió enviar a Eurovisión al candidato que el público no había elegido (y que de hecho, ni siquiera había sido segunda opción para ellos). El resto, lo que todos pudimos ver: insultos, abucheos, y un representante contestando a su propio público con un corte de mangas, todo en directo, en televisión pública y pagado con nuestros impuestos.

Por si fuera poco, al llamado “conflicto de intereses” al haber sido el representante elegido por un locutor de radio que ya había afirmado que apoyaría su candidatura (al estar el propio locutor ayudando a su promoción en su cadena), se une el descubrimiento de que la hija de Toñi Prieto, directora de programas de entretenimiento del canal y responsable de la gala, estaría trabajando en el equipo del candidato seleccionado en su discográfica, Sony Music. No solo eso, sino que además, la página web de Los 40 Principales, radio del locutor Xavi Martínez, anunciaba en su página web la elección de Manel Navarro como representante de Eurovisión horas antes de que se contasen los votos y fuera elegido.

Ha llegado a tal punto el escándalo que el diputado del PSOE José Miguel Camacho ha llevado al Congreso el tema, presionando a RTVE para que de explicaciones sobre lo sucedido ante la negativa de Toñi Prieto a contestar preguntas en la rueda de prensa que se ofreció para presentar al candidato.

UpyD ha ido más allá y ha pedido el cese inmediato de los responsables de la gala, debido a la mala imagen provocada en el extranjero (siendo la preselección seguida desde gran cantidad de países, pese a sus paupérrimos datos de audiencia en España).

Javier Maroto (PP) asegura haber movido ficha para descubrir qué es lo que pasó durante el proceso. Lo único claro ahora mismo es el uso del dinero de nuestros impuestos para financiar un espectáculo bochornoso, dando auténtica vergüenza ajena al espectador, y por si fuera poco, para servir a los presuntos intereses económicos de una discográfica y una cadena de radio privadas. Y todo ello intentando dar la imagen de que nuestro voto importa. Si nos dejan enviar votos a euro cuarenta cada uno, pero luego no van a ser tomados en cuenta, quizá es que lo que les importa no es nuestro voto, sino nuestro dinero.

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