La política como vocación

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

No estamos pasando por una buena época para el denominado “político”. De cara a la sociedad, los casos de corrupción, robo, fraude, estafa, están dejando una imagen lamentable de las personas que deberían ser ejemplos principales y guías para los ciudadanos.

Me gustaría reflexionar sobre ellos, los políticos, recordando algunas ideas escritas por Weber, en El Político y el científico. Una obra en la que se nos habla de la “política como vocación” y que yo la extrapolo  a los profesionales del género que escuchamos tras un micrófono y un atril a diario.

Partiremos con la premisa de que quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas; trabajando por el bien común y la acción pública), o (egoístas; mirando por su propio bien y beneficio). O como medio para  poseer poder “por el poder”, para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere. La primera  idea de poder por idealismo, la podemos enmarcar en un pasado lejano, ya que cada vez menos encontramos a políticos que anteponen sus ideales a cualquier otro fin, jugándose incluso la vida en ello como en Rusia, Ucrania o Venezuela. Hoy en día, a parte del sentimiento personal que el poder te da, los políticos contemporáneos, tienen otras finalidades a la hora de hacer política, cosa que cada vez mas desprestigia y desmotiva a los pocos soñadores e idealistas que aún quedamos.

Se puede hacer “política” para influir en la distribución del poder y en la toma de decisiones dentro de una sociedad. Actuando de varias formas; como político “ocasional”, siendo una  profesión secundaria, forma en la que actuamos todos nosotros cuando depositamos nuestro voto, aplaudimos o protestamos en una reunión “política”  hacemos un discurso “político”… O por el contrario se puede ser político “ profesional”, como por ejemplo todos esos delegados y directivos que se ven en muchos partidos políticos que, por lo general aunque no todos, sólo desempeñan estas actividades, viviendo de ellas y para ellas.

Por ello, hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive “para” la política o se vive “de” la política. La diferencia entre el “vivir para” y el “vivir de” se sitúa entonces en un nivel económico. Vive  “de” la política como profesión quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos; vive “para” la política quien no se halla en este caso y usa  dicha posición para cambiar las cosas sin pensar en sí mismo, sin buscar un beneficio propio.

Para que alguien pueda vivir “para” la política en este sentido económico,  ha de ser económicamente independiente de los ingresos que la política pueda proporcionarle. Cosa que al día de hoy, es muy difícil de encontrar, ya que es muy complicado que se de, ya sea por falta de tiempo o porque esa independencia te hace ser “un peligro incontrolable”  para los demás y no te dejan participar.

La sociedad pide hoy que quien vive “para la política” tenga que ser económicamente “libre”, es decir, que sus ingresos no han de depender del hecho de que él se consagre en el cargo. Últimamente a esto lo llamamos político “sin mochila”, ”limpio”, “independiente”. Que la decisión que tome o no tome, no interfiera en su vida, ya que sus ingresos no provienen de la acción política. Pienso que eso es lo que falta hoy, y este es el principal problema que nos lleva a lo nombrado antes (corrupción, robo, fraude, estafa…).

Lo que la sociedad critica hoy es el rol de “político profesional”. Que nunca trabajó en ningún otro ámbito. Este es el tipo de político, que desde joven esta acogido dentro del seno de su partido.

¿Quiero decir con esto,que solo podrían ser políticos las personas con un trabajo independiente? No, de ninguna forma, esto no sería justo, ni ético, ni democrático. Cualquier persona, con formación o no, con trabajo o no, puede y debe ser político. Pero su sustento vital no debería salir exclusivamente de aquí, ya que entonces su “vida” depende de la supervivencia en el puesto y aquí comienzan los problemas, las dependencias, la subjetividad y las ataduras.

Lo que la sociedad critica hoy es el rol de “político profesional”. Que nunca trabajó en ningún otro ámbito. Este es el tipo de político, que desde joven esta acogido dentro del seno de su partido. Pierde la visión objetiva, es un profesional que  vive de ello y que se olvida de la calle, se olvida de la realidad. Un político que sabe de lo orgánico, pero no sabe de lo cotidiano. Ese típico político que no sabría responder a aquella pregunta en un programa conocido por todos ¿Sabe usted cuánto vale un café?

Hoy en día encontramos políticos, que basan sus acciones, sus decisiones, y con ello el futuro y el presente de un pueblo, una ciudad o un partido, en su estrategia personal, en su futuro político y en su beneficio propio. Todos podemos poner ejemplos conocidos.

Una decisión que puede beneficiar a un pueblo, puede enterrar  a ese político para siempre, así que seguro que no la tomará. Aunque tenemos excepciones, recuerdan aquel “cueste lo que cueste, y me cueste lo que me cueste”. O todo lo contrario, dejar caer un partido en una ciudad, negándola y olvidándola, son acciones que cotidianamente se realizan buscando el engrandecer sus aspiraciones políticas personales hacia niveles mas altos. ¿Dónde está aquí el trabajo por los demás, donde se sitúa la virtud de servir a lo público, sin pensar en sí mismo?.

Pero poco a poco aparecen “nuevos políticos”, nuevos roles de personas que están cansadas de esa profesionalización. Otra forma de hacer política.  Como nombré antes, a estos no se les quiere, son “un peligro incontrolable” . ¿Cómo puedo controlar a una persona que toma la decisión sin perder o ganar nada en esa acción? Un político que puede hablar sin tapujos, que puede criticar las cosas mal hechas por no jugarse nada en ello, lógicamente es un peligro para la antigua saga de políticos profesionales, los cuales si se la juegan personalmente en todas esas decisiones a tomar.

Por ello lo tengo claro, es hora de cambiar. Hay que hacer lo posible, para que esos políticos profesionalizados  que “viven de” lo que debería ser trabajar por los demás, sin importarles lo que cueste o que les cueste, desaparezcan del tablero político y dejen que mi ciudad avance.  Con esto no quiero atacar a los partidos tradicionales como últimamente se hace, y se ha puesto tan de moda para beneficiar a otros. No es justo atacar a unas siglas, por las cuales perdieron la vida muchos, por acoger dentro de ellas hoy, a políticos egoístas e interesados. Dichos partidos ya sean de izquierdas o de derechas, se crearon con políticos idealistas, esos de mítines sobre un banco en una plaza pública. Jerez necesita gente así, pero con nuevas ideas, nuevos proyectos y espaldas limpias…

Jerez necesita esas nuevas formas de hacer política, POLÍTICOS con mayúsculas. Eso es lo que el ciudadano de a pie echa en falta dentro de los partidos tradicionales. Esos nuevos políticos que los profesionales no quieren que hablen ni se les escuche, ya que posiblemente les sacaran los colores o sacaran cosas que no quieren que veamos. Cosas que nuevamente harán que Jerez abra los informativos, mostrando como esos políticos en minúsculas entran nuevamente en la cárcel.

José Carlos Ramos Nieto es politólogo.

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