El pasado jueves se celebró el primer debate de los candidatos a la presidencia de EEUU por el Partido Republicano, el cual pone en marcha la larga campaña electoral de más de un año que terminará en noviembre de 2016. Tiempo habrá de reflexionar sobre lo que allí se dijo, cuando el plantel de 17 precandidatos se vaya clareando, y de confrontarlo con la propuesta demócrata.
El arranque de esta campaña ha puesto de manifiesto, una vez más, la teatralización a la que se está reduciendo cada vez más la vida política. Pequeñas actuaciones, declaraciones cortas como eslóganes y gestos (todo ello elevado a la enésima potencia por los medios de comunicación, en especial por Internet), escatiman un verdadero debate sobre ideas y propuestas. La imagen vale más que mil palabras. Pongamos algunos ejemplos de ello. ¿Le gusta el bacon (la panceta de siempre)? Al candidato Ted Cruz parece que sí. Aunque tiene una especial manera de cocinarlo. Lo enrolla en el cañón de una metralleta. Lo cubre con papel de aluminio. Dispara varias ráfagas y con el calor que disipa, el bacon sale crujiente. Todo esto fue grabado y subido a Internet. El vídeo se convirtió en viral. Curioso método de hacerse propaganda política en un país donde son frecuentes las matanzas provocadas por armas de fuego.
Más violento si cabe ha sido el candidato Rand Paul, libertario en el sentido norteamericano, de los que no quieren ver al Estado ni en pintura, particularmente al Gobierno. Opuesto al pago de impuestos como buen libertario que es, grabó un vídeo que ofrecía tres formas de destrozar varios ejemplares del código fiscal estadounidense. La primera quemarlos, la segunda hacerlos puré con una máquina de destrozar madera y la tercera hacerlos picadillo con una sierra mecánica. Ni en las mejores películas de Hollywood. Para que luego digan que no da ideas este hombre. Y claro, luego está Donald Trump. Ha irrumpido en la campaña como un elefante en una cacharrería, llevándoselo todo por delante, distrayendo a la ciudadanía ahora con comentarios racistas, ahora misóginos. Trump conoce el poder de la imagen, de la impostura. En 2004 creó su propio “reality show” televisivo, “El aprendiz”, un concurso para jóvenes empresarios. Situado en cabeza en las encuestas de los aspirantes republicanos, ha hecho parecer un centrista al tercer miembro de la familia Bush que opta a la presidencia de EEUU, Jeb.
Volviendo a España, ahí quedan algunas frases para el recuerdo, como el “pim pam propuesta” del ahora defenestrado Antonio Miguel Carmona, portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid. O el famoso soniquete del reloj, “tic tac”, que el líder de Podemos, Pablo Iglesias repite en cada mitin. Como en los anuncios de TV, hay que hacer que te recuerden. La frase más ingeniosa es la mejor. La imagen más atrevida, aunque sea falsa, queda en la retina. Y repetirla. Una y otra vez. Hasta la náusea. Y ya está. Hemos colocado eficazmente nuestro producto. Es la política como espectáculo, el espectáculo como herramienta del marketing político. El gran peligro, como en el ámbito comercial, es que la publicidad sea engañosa.
Acabamos. La portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid Esperanza Aguirre acudió el pasado viernes a una rueda de prensa para explicar su postura ante la iniciativa del Ayuntamiento de Madrid sobre el Patio Maravillas. Para su traslado recurrió a una de las bicicletas del servicio municipal Bicimad, imagen que, por supuesto, fue retransmitida por los medios de comunicación. Es el espectáculo de la política, aunque a veces me pregunto si alguien nos quiere tomar por tontos.
Juan Antonio Cabello Torres
Licenciado en Ciencias Empresariales
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