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En la actualidad la gaditana plaza de Candelaria viene presidida por la estatua del político gaditano Emilio Castelar. Pero no siempre fue así. Hasta el año de 1873 este rincón gaditano poseía un aspecto muy diferente.

En la actualidad la gaditana plaza de Candelaria viene presidida por la estatua del político gaditano Emilio Castelar. Pero no siempre fue así. Hasta el año de 1873 este rincón gaditano poseía un aspecto muy diferente. En su terreno se encontraba un convento, que ocupaba casi tres cuartos de la parte actual de la plaza, dejando solamente una pequeña plazuela de pocos metros cuadrados. Una imagen totalmente distinta a la que conocemos en la actualidad.

El caso es que ese convento se encontraba ampliamente deteriorado, y tras la pertinente inspección una comisión de técnicos del Ayuntamiento declaró el inmueble en estado de ruina, concediéndole asimismo a la congregación un plazo de 48 horas para desalojarlo. El convento iba a ser demolido. El revuelo en la ciudad era absoluto. La guerra con el obispado se había iniciado. De hecho, el obispo se marchó de la ciudad. Las asociaciones católicas, se empezaron a movilizar, incluso un grupo de acaudaladas señoras de la burguesía, pertenecientes a “La Junta de Damas de la Patrona” y de la “Asociación de Hijas de la Inmaculada” se presentaron a manifestarse bajo la casa de Fermin Salvochea, lo que constituyó uno de los primeros “escraches” en la ciudad.

Pero las manifestaciones no sólo fueron contrarias a la decisión municipal, también las hubo a favor, como la organizada por la feminista gaditana Margarita Perez de Celis, junto con un grupo de mujeres pertenecientes al “Circulo Mariana Pineda”, que junto a una banda de música recorrieron las calles de la ciudad, llegando hasta el ayuntamiento, para entregar a Salvochea y varios concejales un escrito pidiendo que se ejecutase el acuerdo municipal del derribo del convento.

Pues bien, Emilio Castelar, desde presidencia del Gobierno, envió un telegrama a Salvochea, prohibiéndole la expropiación y pidiéndole que respetase aquel convento. La respuesta de Salvochea fue ordenar que fuera demolido inmediatamente.
Con el convento ya derruido, pasaron unos años y se construyó la actual plaza. En su centro se colocó una fuente, pero años más tarde, en 1905, el Ayuntamiento de Cádiz quiso homenajear a Castelar, levantándole una estatua enfrente de su casa natal. Esto es, en la actual plaza de Candelaria. Resulta curioso que quien preside hoy en día la plaza fue quien en su momento se opuso a su construcción.

La inauguración de aquella estatua la llevo a cabo Segismundo Moret. Salvochea rechazó asistir al evento, a pesar de haber sido invitado, alegando que “jamás estaría conforme con que se distrajeran medios en levantar monumentos mientras muchos pobres carecían de los necesario”.

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