Por primera vez en los últimos meses, lo cual es de agradecer, el mundo entero se paraliza por completo y el motivo no es Donald Trump.
Por primera vez en los últimos meses, lo cual es de agradecer, el mundo entero se paraliza por completo y el motivo no es Donald Trump, sino un descubrimiento científico de esos que prometen tenernos bien entretenidos en la próxima década.
La NASA anunciaba ayer por la tarde la localización de un nuevo sistema solar parecido al nuestro, compuesto por siete planetas de tamaño similar al nuestro, y en los que se dan condiciones de existencia para el agua (y por tanto la vida) en al menos tres de ellos. Eso sí, nada menos que a 40 años luz de distancia, allá por la constelación de Acuario. Quién se lo iba a decir a los compositores de Aquiarius, del musical Hair, a finales de los años 60. Una canción donde se hablaba de la llegada de una era de revolución, libertad, amor libre, propio de los movimientos sociales y pacifistas de la época. Un nuevo mundo. Curiosa coincidencia, ¿no les parece?
Hay un pequeño problema por resolver en los próximos años, décadas y puede que siglos (todo depende de lo que evolucione la tecnología humana), y es que el sistema planetario que orbita alrededor de Trappist-1 (así se llama la estrella enana ultrafría que hace las veces de “sol”) se encuentra en estos momentos a 200 años de distancia viajando en el medio de locomoción más rápido que ha inventado el hombre hasta la fecha. Arduo trabajo le espera, pues, a los esforzados ingenieros de la NASA para seguir saciando la sed de noticias e información que la humanidad espera les llegue a partir de este momento desde aquel rincón del firmamento.
Habrá que ver cuál es la política espacial de Trump a partir de ahora, dado el escaso interés que ha demostrado en múltiples ocasiones por la comunidad científica y el dinero invertido en este tipo de investigaciones, ojo.
A nivel terrícola me parece adecuada la lejanía del nuevo sistema solar, más en estos momentos en que la humanidad aún es capaz de atentar contra su propia existencia. ¿Qué no sería capaz de hacer en un exoplaneta que se la trae al pario? Imagínenlo… mientras unos buscan vida, otros buscarían recursos. Es conveniente que el hombre abandone primero su centrombliguismo innato, y de respuesta a las necesidades básicas de su especie, que aún muere de hambre, sed o por simples y absurdas motivaciones territoriales o religiosas.
Mientras tanto, pónganse cómodos… este descubrimiento desatará las mentes creativas, y el futuro a corto plazo se nos puede plagar de novelas de ciencia-ficción y películas hollywoodienses, donde Trappist-1 tenga un protagonismo claro y notorio. Una edad dorada del género que ya hubiese querido vivir en primera persona Isaac Asimov.
Disfruten porque ya está aquí, ya llegó. Quizás no como lo idearon los padres del musical… pero la Era de Acuario es un hecho, y vivirá por generaciones en la Tierra.