Juguetes XX, juguetes XY

Foto Francisco Romero copia

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

11700968_839638226134308_2262823472890792052_o.jpg
11700968_839638226134308_2262823472890792052_o.jpg

Que hay diferencias innatas entre niños y niñas es innegable. Las diferencias cerebrales y diferencias hormonales entre ambos sexos las traemos de serie y según los expertos estas diferencias se manifiestan prácticamente desde el momento en que nacemos. Dicen los profesionales que saben de esto que los bebés niñas mantienen la mirada fija en las caras mientras que los niños se interesan más por los objetos móviles, que las niñas utilizan con mucha más frecuencia los dos hemisferios del cerebro (el del pensamiento y el de las emociones) y los niños utilizan uno u otro según las circunstancias, que las niñas son más precoces en su desarrollo, sobre todo del lenguaje, y tienen mayor destreza manual (psicomotricidad fina) mientras que los niños tienen mejor visión espacial y coordinación dinámica general (psicomotricidad gruesa).

Si lo anterior es incuestionable, también lo es que somos moldeados por el entorno más allá de nuestra predisposición biológica, a todos los niveles y también en una parcela tan importante en el ámbito infantil como el juego. Sociólogos, neurólogos, psicólogos, coinciden en que no se puede obviar ninguna de las dos dimensiones y tanto las diferencias genéticas entre hombres y mujeres como las diferencias culturales influyen en el hecho de que niños y niñas prefieran juguetes distintos.

Más allá de testosteronas y estrógenos, deberíamos plantearnos cómo nos posicionamos los padres y la sociedad en general respecto a los juguetes masculinos y femeninos. La influencia de la educación que se recibe en casa marca futuros comportamientos que pueden reflejar los aprendizajes recibidos de los padres desde que los niños son bebés. ¿Hasta dónde deciden ellos o los dirigimos nosotros? Dicen los investigadores que las ideas sobre masculinidad y feminidad de los padres guían su conducta con sus bebés de pocos meses de edad, incluso en algo tan básico como la forma  de hablarles. Y eso puede condicionar sus preferencias por los tipos de juguetes que los bebés escogen.

Hasta los tres años podría considerarse que las diferencias entre los niños y las niñas son todavía sutiles, pasan por las mismas etapas y les gustan los mismos juguetes. Es también una etapa en la que los padres pueden, para bien o para mal, dirigirlos y decidir por ellos porque están poco influenciados por agentes externos como la publicidad o los amigos del colegio. Es importante en esta etapa aceptar el carácter y la personalidad de los hijos, porque es fundamental para su desarrollo. Y tener en cuenta que el juego es para ellos su forma de relacionarse con el mundo y los juguetes herramientas para ello. Hay que dejarlos hacer y respetar sus gustos, sin que nos condicione el que sea niño o niña. Respetarlos.

No hay juguetes sexistas. Hay una sociedad que proyecta su mirada sexista sobre los juguetes. Una industria que hace mundos rosas y celestes. Unas agencias de publicidad que siguen haciendo anuncios donde sólo salen niñas cuando se enseñan muñecas y niños jugando a hacer carreras de coches. Y unos adultos que a veces sin querer, a veces con intención, marcamos las diferencias. En la tienda vemos cómo, aunque las cosas están cambiando, las manualidades son cosa de niñas y los juegos de construcción son cosa de niños. Y con según qué muñecos sigue costando, con lo importantes que son para ensayar distintos roles o aprender a ponerse en el lugar de los otros.

Si las cosas han cambiado es porque la propia sociedad lo ha hecho, son impensables los escaparates de niños y de niñas como antes, a los niños se le regalan cocinitas con normalidad porque los papás cocinan y se reparten las tareas domésticas con las mamás y si en los 80 los Sanchesky eran cosa de chicos ahora las niñas no se quedan suspirando por un monopatín sino que toman las calles con ellos.

Es verdad que los niños y las niñas son diferentes. Ahí está la gracia. Es cierto que a los cuatro años el nivel de testosterona se duplica en los niños, se vuelven más activos y competitivos, mientras que las niñas disfrutan más de las actividades tranquilas y los juegos cooperativos. No importa, al contrario. Que aprendan que todos somos diferentes y que cualquier persona puede hacer bien cualquier actividad, da igual si eres hombre o mujer. Niños sensibles, mujeres decididas y juguetes que les sirvan para aprender a quererse y a desarrollar sus capacidades.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído