Juguetes con alma

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Se llamaba Alma Siedhoff-Buscher y desde la Bauhaus diseñó juguetes y mobiliario infantil para la renovación de los espacios cotidianos.

La Bauhaus fue una de las escuelas de arte de vanguardia referente en el siglo XX. Fue fundada por el arquitecto Walter Gropius inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial y tuvo un funcionamiento vanguardista en sus planteamientos docentes. En sus programas siempre insistían en las ventajas de unir el arte, la artesanía y la tecnología para que un nuevo mundo fuera posible. Con una gran influencia en movimientos artísticos y en la pedagogía de las escuelas de arte que vinieron detrás, desde la Bauhaus se buscaba un cambio de sensibilidad que condujera a entender la relación entre el arte y la vida, haciendo posible que arte y vida convivieran mezclándose en todos los ámbitos, desde el urbanismo de las ciudades hasta los objetos usados en la vida diaria.

A esta escuela llegó en 1922 una nueva alumna Alma Buscher, después de recibir formación artística en otras escuelas. Como todos los alumnos que entraban en la Bauhaus, Alma se incorporó al Curso Preliminar o Preparatorio (el famoso Vorkurs), en el que los recién llegados recibían una formación integral lo más completa posible, para luego especializarse en el aprendizaje de un oficio en el que aplicar un conocimiento más sofisticado y artístico (en distintos talleres). El responsable inicialmente de este curso era el pintor Johannes Itten, que como Gropius pensaba que demasiadas reglas entorpecían la creatividad. Este profesor de arte tenía una máxima en sus clases: “el juego será fiesta-la fiesta será trabajo- el trabajo será juego”. Él defendía que el niño forma “su mundo en su totalidad de pensar, sentir y hacer, jugando creativamente”. Y esta idea está en su propuesta pedagógica en la que trata de sustituir la enseñanza tradicional del arte por un factor lúdico.

Con estos antecedentes no es de extrañar que en la Bauhaus se diseñaran y fabricaran juguetes. El propio Itten lo proponía como ejercicio de diseño en los cursos preparatorios porque lo veía como una forma de reconducir “toda la actividad creadora a su raíz, al juego”. El muñeco articulado de los maestros Josef Hartwig y Oskar Schlemmer, el famoso ajedrez del propio Hartwig (resultado del trabajo conjunto de varios talleres), las marionetas de Toni Hergt, los “rechonchos” de Eberhard Scharammen o la peonza de colores de Ludwig Hirschfeld-Mack, son algunos de los ejemplos más conocidos de juguetes desarrollados en la Bauhaus.

Pero de entre todos estos juguetes, los diseños de Alma Siedhoff-Buscher (su apellido cambió al casarse con el actor Werner Siedhoff, que trabajó también en la Bauhaus como bailarín y mimo y colaboró con Oskar Schlemmer en sus famosos ballets) son especiales por muchas razones. Alma fue la primera en tomar en serio el diseño para niños. Interesada profundamente por los nuevos principios pedagógicos, diseñaba juguetes “modernos” que fueran adecuados para ellos. Curiosamente rechazaba los cuentos infantiles  porque los consideraba “una carga innecesaria para los pequeños cerebros”. Apostaba por la producción de juguetes que fueran “claros, no desconcertantes”, y de proporciones “armónicas en lo posible”. A los colores básicos añadía el blanco, “para realzar la alegría del color y el contento del niño”.

Cuentan que Alma llegó al diseño de juguetes como excusa para escapar a los talleres textiles de la Bauhaus, adonde la habían confinado como a casi todas las alumnas de la escuela ( había talleres de escultura, teatro, textil, impresión, pintura mural, metalurgia, carpintería, cerámica, encuadernación, vidrio ahumado, imprenta…). A pesar de ser una escuela moderna, la Bauhaus no estaba libre de las diferencias por género, lo que se reflejaba tanto en la diferencia entre el número de alumnos admitidos frente al número de alumnas como en la no admisión de mujeres en el taller de arquitectura  y la resistencia a que se incorporaran a los talleres de perfil menos vinculado a la artesanía. Mujer de su tiempo, la vida y los diseños de Alma Siedhoff-Buscher se vieron influidos por su condición y por las distintas corrientes de pensamiento de esa época .

Durante su estancia en la Bauhaus, Alma Buscher desarrolló numerosos diseños, tanto de juguetes como de mobiliario infantil, que se intentaron comercializar a través de los canales de la propia escuela.  Realizó bocetos para el cuarto de niños de la Haus am Horn, una casa modelo para la renovación del espacio doméstico propuesta por la Bauhaus en 1923, con la que pretendían también promover la venta de sus producciones. La Bauhaus Spiel (Bauspiel), una caja de construcciones diseñada por Alma en 1923 y posiblemente su creación más conocida, formaba parte de la habitación infantil de esta casa Am Horn.  Este juguete de construcción está formado por 22 piezas todas diferentes, por forma, tamaño o color, favoreciendo las construcciones asimétricas y ampliando las posibilidades de construcción en el campo de referencias figurativas, tanto arquitectónicas como de personajes, animales u objetos. Después de 1923 este juguete fue producido al menos en dos tamaños en los talleres de la Bauhaus y  desde 1977 se comercializa una réplica del mismo.

Fue una artista absolutamente innovadora en sus diseños, cuya alma ha estado sin que lo supiésemos en juguetes y muebles de guarderías, colegios y casas en los que se quería dotar al juego y al entorno de los niños de contenido educativo. Y seguramente su influencia y legado habrían sido mayores de no morir antes de tiempo por un bombardeo en la Segunda Guerra Mundial. Siempre nos quedarán sus juguetes.

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