Juan Carlos Aragón y las marmotas de Andalucía en el 28-F

Qué echo de menos a nuestros poetas. Ellos que nos inspiran y que tan bien nos describieron la libertad. Feliz 28-F.

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Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

Juan Carlos Aragón, en su actuación con 'Los Yesterday' en 1999. FOTO: CANAL SUR
Juan Carlos Aragón, en su actuación con 'Los Yesterday' en 1999. FOTO: CANAL SUR

Cuando en mayo de 2019 Cádiz enterraba a uno de sus poetas más populares, el comparsista y chirigotero Juan Carlos Aragón, sus respectivos grupos cantaron dos letras de despedida. Una, El Credo, con una significación enorme en esos momentos, una adaptación del credo católico al mundo del carnaval. La otra, el himno oficioso de Andalucía, un pasodoble de Los Yesterday con ya más de 20 años.

Sacaba pecho Juan Carlos ante los continuos agravios de la cultura popular de Andalucía. El gran éxito de finales de los 90, Médico de Familia, abusaba del perfil de andaluces sirvientes. No hay más que rescatar aquel remate: “y aparece en el más ínfimo escalón / de su estrecha jerarquía / el servilismo mamón / de las marmotas de Andalucía”.

Me quedo con ese su estrecha jerarquía, que viene a decir que son ellos los que no sólo muestran a los andaluces en esos bajos espacios de profesiones no cualificadas, sino que además de todo ello, son clasistas quienes indican que esos trabajos son negativos.

Por otro lado, tampoco sé qué tienen de malo las marmotas, pero son de esas cosas que Juan Carlos dijo y amén. El salto ideológico que supone pasar de la reivindicación, el enfado ante los desprecios hacia nuestra forma de hablar, nuestras profesiones, etc., ya es enorme. Y hay que resolverlo cuanto antes para pasar a otras cuestiones más importantes.

Mi forma de hablar no es la de escribir, claro. Pero si fuera de Andalucía no me entienden, y me tienen que subtitular, bendito sea este fenómeno que es el andaluz. Nunca ha tomado un carácter de oficialidad la escritura andaluza, pero bien podría la historia haberla generado, pues la de la RAE no es más que la escritura correcta común para lo que se habla en España, y no puede condicionar ni el habla ni las expresiones propias.

Si me tienen que subtitular, que sea. Históricamente, la aparición de la imprenta, la generación de una identidad común peninsular, la mejora de los trasportes y el surgir del idioma académico paralizaron un proceso natural, el de que una población separada de otra evolucionase en su expresión. Por eso, cuanto más remoto es un núcleo, más propias son sus costumbres. Y más diferente su forma de hablar. Nuestro idioma está a medias y ya nunca, probablemente, evolucionará hasta serlo.

Fuera de Andalucía, en cualquier caso, somos las marmotas aún. Todo ello, habiendo tenido un presidente del Gobierno andaluz desde inicios de los 80 y hasta mediados de los 90. Todo ello, cuando referentes de la cultura han hablado andaluz. En el imaginario, es el del pobrecito emigrante sin escuela. Uno con carrera, máster y experiencia sigue siendo el andaluz, de la siesta, la chirigota y las sevillanas. Y si sobre todo esas dos últimas, junto a otras costumbres, son nuestras, hay que practicarlas sin que nadie nos ponga la cara colorada. Ya nos la ponemos nosotros con coloretes o al sol de la playa o del campo.

Esa batalla hay que seguir librándola, primero en nuestra propia casa. Hay vecinos que sólo han vivido el andalucismo de recortar una banderita y cantar el himno en el patio del colegio. Andalucía es tu abuelo, tu mare, tu pare, los de la Sierra, los cerrados, los del ancá la Manuela. Son también las marmotas que emigraron.

Y cuando eso lo resolvamos culturalmente, fuera de Andalucía, y dentro, entonces, por fin, podremos reivindicar políticamente lo que merecemos, que es mucho. Inversión, sobre todo, bien gestionada, coordinada, más industria, menos desempleo, más crecimiento, mejores recursos sanitarios, mejores universidades. Andalucismo es defender lo que tenemos y luchar por más. Lo mejor es que lo que necesitamos lo podemos lograr sin quitárselo a nadie. Un precio justo del kilo en el campo, una industria transformadora, un turismo que reciba al guiri con playas y fiesta pero también con cultura.

La Andalucía libre es la Andalucía del pleno empleo, las escuelas llenas, la que dignifica a quien ejerce una labor de baja cualificación, la que permite pagarte un alquiler, casarte y no tener que irte. Porque las marmotas hoy tenemos carrera y peleamos cada día desde bien temprano. Se acabaron los servilismos, y si lo necesitan, que nos lo lean en los subtítulos. Mi Andalucía libre es la orgullosa de serlo porque es la que reivindica a sus abuelos, a lo que somos, y la que recibe a los de fuera sin mirarle el DNI o la tarjeta de residente, y la que acoge a quien no la tiene. Mi Andalucía libre es la que libremente elige a dónde queremos ir. Menos rollos de verdes mares, de campiñas y de olivares, y más de cultura y prosperiá. Qué echo de menos a nuestros poetas. Ellos que nos inspiran y que tan bien nos describieron la libertad. Feliz 28-F.

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