Ser positivo, pensar en positivo y hablar en positivo es una filosofía de vida. Hay personas que no la comparten, gente que no ven con buenos ojos cualquier iniciativa que surja especialmente al calor de la innovación. El cambio a algo nuevo, a algo diferente, el hecho de explorar otros horizontes es visto como un atrevimiento infructuoso, un fenómeno que se torna peligroso en nuestra tierra y más concretamente en Jerez.
A una de esas personas negativas, obsesionadas con el odio y la amargura la vi este fin de semana. Allí estaba haciendo fotos, grabando vídeos y buscando pruebas de aquello de lo que sólo ella sospecha y obteniendo al final tan solo pruebas de lo que no soporta: el éxito de la segunda edición del Festival de Cultura Alternativa Intramuros. Son pocos, seguramente se pueden contar con los dedos de una mano, pero no escatiman en intentar hacer daño con sus injurias y su menosprecio. Se podría decir que son unos infelices, unos retrógrados y unos enanos mentales, como le gusta decir a mi compañera. Pero no son nadie, recalco: los jerezanos y las jerezanas no somos así.
En la capital del flamenco también hay vida más allá del flamenco. En Jerez se sabe responder frente a la intolerancia y se suscribe la hermandad entre las mujeres y entre las migrantes que se refugian del mundo cruel que les ha tocado vivir. En nuestra ciudad la música, el baile, la danza, el teatro, la magia y hasta las cositas de comé no entienden de fronteras.
A aquellos pocos infelices sólo cabe decirles que ahí lo tienen. Que sufran con el disfrute, que se vanaglorien en su rabia con la segunda edición de Intramuros. Un festival de futuro, que este año, con un grado de conocimiento mayor y pese a las dificultades que conlleva hacer algo de estas características en pleno barrio de San Mateo, se ha consolidado de forma ineludible. Una apuesta por la cultura alternativa como llave para abrir los ojos, y como ya dije en noviembre del año pasado tras su primera edición, para abrir las puertas de intramuros. Para abrir las puertas de una ciudad que necesita aire fresco y ponerla a disposición tanto de jerezanos como de foráneos. Un acierto por el que merece dar la enhorabuena, otro año más, a todos los organizadores.


