Díaz Ayuso, en uno de sus actos de esta semana. Autor: Comunidad de Madrid
Díaz Ayuso, en uno de sus actos de esta semana. Autor: Comunidad de Madrid

Podría hablar o escribir del otoño, del calor que se va y la lluvia que viene, de las castañas y sus puestos echando humo. Podría pero no.

No, porque al final hay que seguir hablando del virus y de ella.

La insoportable. La insoportable levedad del ser o Isabel Díaz.

Esta señora es el cuento de nunca acabar.

Habla de forma mecánica, lineal, con frases inconexas, sin mover ningún músculo, con una verborrea donde al final lo que busca son nuevos enfrentamientos con el Gobierno.   

Verla llegar con sus papeles en la mano  me crea ansiedad y oír sus incoherencias ya es una tortura.

Se reúnen los  presidentes de las dos Castillas y Madrid:  "¿Hablamos de acuerdo?”. Ayuso: “Hablamos de acuerdo”. Pero ella, que es muy suya y le gusta destacar, en el último momento se desmarca en directo. Otro pulso al Gobierno y a todos, ese es su  juego. Ir por libre y llevar la contraria. Que todos dos semanas, ella un puente.

Sus juegos son peligrosos porque, que no nos despisten sus historietas, lo que hay alrededor de todo esto son vidas humanas.

Quién le puede parar los pies a esta mujer que, en mi opinión, reúne lo peor de la política: incompetencia, irresponsabilidad,  frivolidad, irracionalidad, el poder en sus manos utilizándolo a su beneficio, dejando a millones de madrileños a golpe de sus antojos descontrolados…

La gravedad de la situación es evidente, los datos hablan por sí solos. El recuento de fallecidos sigue avanzando y en gran medida en las residencias de ancianos, que  lamentablemente, sigue siendo una calamidad de gestión que corresponde, no olvidemos, a las comunidades autónomas. Por cierto, sigue sin resolverse qué paso y quiénes son los responsables de la tragedia vivida en las residencias.

Luego está el posible colapso hospitalario. Cuánto han invertido en sanidad pública. ¿¡Cuánto!? Nada.

Un nuevo hospital de pandemia sin médicos que ha costado casi 100 millones de euros, pero sin ningún personal sanitario; enfermeros, auxiliares, limpiadoras, celadores… todo lo que hace que una persona mejore y esté bien atendida cuando te enfrentas solo o sola en una habitación o quirófano.

Una presidenta que, además de no tener ni idea, se asombra que le pregunten sobre el hospital que ella misma anuncia.

Un puente sí, luego no, y después otra vez que sí, por el puente de la Almudena. Sus líos y así las cosas todos se asombran de las cesiones del Gobierno tras permitirle que aplique un cierre a la carta. Un malestar que tienen tanto socialistas como gobernantes del PP.

Ella ha ganado, está feliz como una niña mimada que ha conseguido que sus padres le compren la muñeca.

Ha triunfado, está contenta como la chica de la fiesta que ha conseguido que el guapo de la clase la haya elegido a ella.

Ella, siempre ella. Como si lo importante no fuera parar el contagio del virus, si no sus comparecencias a ver qué dice o le dicen que diga esta vez entre balbuceos.

Todo sería una pésima broma si no hubiera que lamentar una pandemia. Una situación gravísima que sigue amenazándonos. Todos estamos cansados, pero si encima hay  una presidenta que todo lo complica haciendo teatro del malo ante problemas que dañan la salud pública, el hastío se convierte en temor.

Qué envidia da ver Angela Merkel anunciando “medidas más duras” con el apoyo de sus gobiernos locales. Todos a una. Aquí no.

Aquí cada medida se pone en entredicho, no solo por la derecha, también por todos y cada uno que tienen voz; el presidente de los empresarios, la hostelería, el ocio, facebook, Manolo, el del bar, el kioskero, el frutero… Bueno, bueno, y por si faltaba alguien, llegó Felipe.

No solo tenemos a un José María despotricando de España y moviendo los hilos desde la FAES, ahora también el sevillano acaudalado habla pestes de su país. Dos presidentes con claroscuros en sus gobiernos dando la lata en lugar de aportar. Que aprendan de Zapatero.

En fin, Isabel Díaz Ayuso la crack como solo la llama la Aguirre sigue a su bola. Al libre albedrío. En clara rebeldía al Gobierno y las medidas que se deben tomar para evitar una propagación más rápida, debido a la nueva variante del Covid, que según dicen los investigadores, es el responsable del 80% de los casos de nuestro país,  que a su vez  se ha extendido por el resto de Europa.

¿Se imaginan que lo que pasa en Madrid  lo hiciera Cataluña? El PP en tromba hubiera pedido el 155. ¿O no? Pero aquí seguimos hablando de ella, la más bella, y soportando la pésima, incoherente y peligrosa gestión de la presidenta de Madrid. Y Casado mientras, sin ver lo que tiene en casa, echando culpas a Pedro Sánchez. Mire a su alrededor y exija coherencia a su presidenta, que por lo que se ve, aún no se ha enterado de lo que pasa.

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