El humor y el poder

La libertad de expresión nunca es completa, es siempre una tensión de fuerza entre el desiderátum humano hacia la libertad más libérrima y el miedo de los miedosos

La grietas por la que penetra el humor.
30 de septiembre de 2025 a las 17:12h

Te subes al tranvía y una mujer joven se sienta sobre las piernas de su novio, sentado en el asiento. Te vas a la catedral, a la cripta, y una mujer joven se sienta sobre las piernas de su novio, sentado en el asiento. La catedral de Basel debe de ser la única del mundo que no cobra entrada. Escribiendo esto me doy cuenta de que la de Strasbourg tampoco, pero tienen en la puerta a un sieso que a menos cuarto te planta la cadena delante del pecho y te porfía que solo se puede entrar para ir a misa y que hay que quedarse a todo el sermón. Yo me meto y no a quedarme todo el sermón. Adentro, todo el mundo haciendo fotos de aquí para allá. Es hermoso el templo, por dentro y por fuera. En el cuarto de hora se puede ver y salir a tiempo antes de que empiece la misa.

El poder es, en realidad, cómo se ejercite, cómo se haga visible el poder que se tiene. En la puerta de la catedral de Basel no hay ningún guardia privado, nadie que ponga orden y los ordenadores no comprendieron todavía que al poder excesivo, y a las tiranías, por más que sean mínimas y ridículas, se las responde siempre e indefectiblemente con la rebelión, sea del tipo que sea. En la catedral católica de Strabourg entras un pelo mosqueao; en la catedral de Basel entras con agradecimiento por la amable acogida. Yo veo siempre, además, mucha más gente escuchando misa con los protestantes que con los católicos, no sé por qué será, pero hay algo, algo quedó, del principio de confianza de los protestantes, por aquello de la responsabilidad, y del drama tan católico de la desconfianza.

Pero volvamos al uso del poder. Leí el otro día que Woody Allen decía que “mientras haya libertad de expresión habrá humor”. Creo, con todo respeto, que Allen no comprendió todavía qué cosa es el humor. El humor es rebelión, ninguna otra cosa; la risa puede ser simple estupidez. Lamentablemente, la falta de libertad para expresarse acendra, agudiza y sintetiza el bisturí que es el humor. Por ello, el humor de verdadera calidad que se produce en libertad de expresión es de la máxima categoría. Pero, no olvidemos que nunca existe una libertad de expresión absoluta, es por ello que para colarse por esas grietas siempre será necesario el humor y su delgado filo. El bajo clero que llegada de los bosques y los caminos a Strasbourg o a Basel, los curitas sin plaza fija, los interinos, con sus latines y retóricas inventaron la sátira que todavía usamos, los juegos de palabras y el doble sentido. Lo inventaron para comer, cuando todavía se podía llegar a dios a través de la risa: risus paschalis. Hasta que la cosa se desmandó.

La libertad de expresión nunca es completa, es siempre una tensión de fuerza entre el desiderátum humano hacia la libertad más libérrima y el miedo de los miedosos, devenidos moralistas, a la libertad. En el medio, la inteligencia que comprende la capacidad humana del respeto hacia el otro y que también existe la maldad. Una vieja de bastón reprendía, como si llevara una estaca en la mano, con su mirada torva a la pareja en su carnal modo de sentarse en el tranvía. También esa mirada es poder, poder que da poder al Poder. Votos que se van con la ultraderecha, caprichosa en lo económico y ultraconservadora en lo moral, si se trata de los cuerpos ajenos. Ahí tienen a Trump, a Musk y a todos los demás.

El humor nos salvará. Esto sí lo suscribiré. Nos salvará de tener que llorar ante personajes ridículos, sean gobernadores, viejas con bastón o jovencitos que acaban de inventar la pólvora después de casi mil seiscientos años. La sátira ridiculiza a los ridículos y los muestra desnudos y pequeños, como realmente son. El nuevo emperadorzuelo occidental, autocoronado como un Napoleón, pero entronizado por las viejas de bastón y los jovencitos inventores de la pólvora: fueron los chinos y la usaban para amedrentar y espantar a los malos espíritus.

Ridículos, porque es ridículo anunciar hoy, ex catedra, cómo es el mundo, y mañana temprano empezar el día con que la Tierra es otra vez redonda. Que sea agotador muestra lo importante que es el humor para no dejar de reírse de reyes desnudos con los calcetines puestos, hombres de verde encofrados en su traje de cuando la primera comunión y de mujeres que todavía siguen gustando de hombres malotes, llenas de olor a naftalina.