Una pintada en Aljaraque.
Una pintada en Aljaraque.

Los jóvenes de lengua alemana acaban de elegir su palabra de este año: lost, una palabra en inglés que significa estar perdido, desorientado. Los jóvenes han dado en el clavo sin miramientos para describir lo que están viviendo y sintetizarlo en una sola palabra. Solo cuando nombramos a las cosas por su nombre cobran toda su dimensión y estamos en condiciones de poder actuar. Si nos sabemos desorientados, el primer paso podría ser seguir a Ignacio de Loyola: no se haga mudanza en tiempos de tribulación, para recuperar la templanza. Lo primero que nos quita el miedo es la tranquilidad para pensar en lo que ocurre, lo que nos ocurre, y en las posibles soluciones. Lo primero que se hace ante el miedo es huir, si se puede, para seguir viviendo desde el refugio y pensar en lo ocurrido. Ya nada será igual. Cada momento de miedo que se vive, como cada momento de amor o solidaridad, nos cambia; ya luego se verá cómo hemos cambiado.

Pero no todo el mundo puede huir y refugiarse en una casa frente al mar con instalación de fibra óptica y teletrabajo, comiendo pepinos ecológicos, bebiendo leche de avena y viendo cadenas de televisión estadounidenses, ahora que va a haber elecciones para el senado Roma. La mayoría de la gente no puede huir ni siquiera a la casa del pueblo, a la casa de los abuelos o a la que dejaron en herencia. Entonces puede llegar la desesperación. La cuestión es, entonces, qué hacemos de nuestra desesperación. Podemos lanzarnos a encuentros sin distancias o a botellones anti corona; podemos negar la pandemia para apartar de nuestra existencia un miedo que quizá tengamos pero que no sabemos manejar y nos abruma; podemos enfrentar ese miedo, para lo cual es necesario enfrentar la pandemia con conocimientos.

Y es ahora cuando vuelve Ignacio de Loyola para los tiempos de tribulación, y cuando las derechas regresan para que la tribulación aumente y nadie salga de su miedo. Esas derechas que siguen más refraneras que nunca con el miedo que guarda la viña. Su pensamiento mecánico es fácil de comprender: el miedo paraliza, impide pensar y decidir; se tiene miedo ante lo que no se comprende y no se comprenden las cosas cuando falta conocimiento, educación escolar o universitaria, o cuando en la educación escolar o universitaria no se educa para pensar libremente sino para repetir todos los días la verdades papagayas que las viejas elites nos tienen preparadas. Libertad…

La sociedad vuelve su mirada, en tiempos de tribulación, más que en ningún otro momento, a las elites políticas directoras de la sociedad, pero una parte de esas elites políticas han convertido el Parlamento y los periódicos en un volcán de mayores tribulaciones. En lugar de tratar de ofrecer conocimiento sobre la situación, un conocimiento que nos devolvería la confianza en nosotrøs mismos y neutralizaría el miedo, sacan al escaparate de la actualidad todos los demonios imaginables para que el susto y el miedo crezcan. No hay que perder de vista que quien nombra a los demonios gana, en un principio, autoridad ante la sociedad. Es la extraña y falsa fascinación por lo oscuro: en realidad lo que nos fascina es que nos nombren y le pongan cuerpo y cara, por fin, a las figuras fantásticas que pueblan las sombras de la oscuridad y que nos llenan de miedo para poder celebrar un combate que nos devuelva la tranquilad. La oscuridad, que es la falta de conocimiento o la ignorancia. Cuanta más ignorancia más posibilidades de nombrar un mayor número de figuras con cuernos y rabos a las gentes asustadas. Esto es lo que está haciendo ahora mismo la oposición de las tres derechas.

Contra las figuras demoníacas fantásticas de las sombras, entonces, hay que realizar un ritual que las espante y a un chamán que dirija el ritual. ¡Una danza!: las elecciones o una votación de Moción de Censura en el Congreso. Si pierden la batalla simbólica de esa danza simbólica seguirán alimentando el miedo, aumentarán el número de figuras fantásticas que quieren saltar desde las sombras contra todøs nosotrøs.

¿La solución? Neutralizar los miedos con el conocimiento y mirar hacia løs que encienden la luz e iluminan la oscuridad para que veamos que no hay figuras ni demonios en las sombras. Hay un virus, el Covid-19, y otro virus, el fascismo.

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