El lema que contiene la guía sexual de Hazte Oir y utiliza una guía de educación sexual de la Junta.
El lema que contiene la guía sexual de Hazte Oir y utiliza una guía de educación sexual de la Junta.

Resulta una tremenda contradicción que aquellos que reprueban las conductas de los demás y las gradúan como de odio, no se refrenen un poco y, en cambio, actúen con un fervor rencoroso hacia los discrepantes, ejerciendo violencia física y deseándoles un mal ajeno.

La RAE define como odio a la antipatía y aversión hacia algo cuyo mal se desea. Es decir que cualquiera puede con sus manifestaciones mostrar antipatía a las ideas de los otros, incluso repulsa, pero siempre que esa animadversión no provoque ganas de dañar al contrario, al que piensa de distinta manera, no se considera que sea malsana y debe ser tolerada. Por eso me resultaba extraño que casi todos los medios informativos calificasen de autobús del odio a aquel que sólo quería informar de lo que se considera usual: que un niño tuviese pene y una niña tuviese vagina. A ese autocar con publicidad en su chasis se le prohibió circular por muchas ciudades, sólo por ser discrepante y manifestar algo que es natural en la mayoría de los niños. Incluso manifestarles a los chavales lo opuesto, sin una correcta información pedagógica, puede crearles desconcierto, máxime en una personalidad incipiente y en formación. Es cierto que hay un colectivo estadísticamente mínimo de chiquillos que no se sienten cómodos con su sexo y que tienen todo el derecho a que se les respete su posición y se les facilite su día a día. Los profesores de estos alumnos, en estos casos, deben concienciar a sus compañeros para que los acepten y vean con toda normalidad que esas criaturas son diferentes a ellos y que eso no tiene nada de malo. 

Esa labor educativa, si está bien hecha, es positiva, pues  permite que se abran las mentes de los estudiantes a pensar en la diversidad de género como algo lógico. Nadie quiere que se mofen de estos críos que representan una minoría, al contrario, hay que protegerlos, pues la tendencia indeseable es que sus compañeros sean crueles con ellos. Esto hay que evitarlo a toda costa para no provocarles ningún trauma.  Pero de ahí a que haya un pensamiento único, en el que se muestre en todo centro escolar que tanta heterogeneidad es una situación generalizada, va un abismo, porque además es falso. Asimismo, esto puede contribuir a confundir al resto de los colegiales.   

Conforme al artículo 18 de la Declaración de Derechos Humanos, toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de conciencia, así como a manifestar sus creencias. Por eso, el haber prohibido a ese autobús exponer sus ideas, censurando sus planteamientos educativos, fue antidemocrático, propio de regímenes dictatoriales, en los que no se respeta ese principio básico del ser humano. Todos los que hemos vivido bajo el régimen franquista sufrimos también la censura, hasta el punto que palabras como pene y vagina estaban proscritas. En esa época había uniformidad de pensamiento, no se aceptaba el que no fuese heterosexual y se negaba a ultranza la diversidad.  

Hoy el colectivo Hazte Oír se ha querellado contra los que le prohibieron sus actividades y contra las manifestaciones institucionales de los que incluso afirmaban, sin el más mínimo pudor intelectual, que la información que ofrecía esta organización denigraba a los menores transexuales. El juzgado número 16 de Sevilla ha admitido la querella contra 9 personas que impidieron el ejercicio de manifestación del autobús, por coacciones y daños dolosos, así como responsabilidad patrimonial  por los perjuicios de los desperfectos ocasionados, considerando que hay indicios racionales de delito. Pero lo peor de todo es que el mensaje del autobús, esa vez, era: "Respeto para todos. No al bullying", con el que deberíamos estar todos de acuerdo. Los opositores del autobús no quisieron fijarse en el anuncio y actuaron llenos de odio, provocando actos vandálicos. 

Resulta una tremenda contradicción que aquellos que reprueban las conductas de los demás y las gradúan como de odio, no se refrenen un poco y, en cambio, actúen con un fervor rencoroso hacia los discrepantes, ejerciendo violencia física y deseándoles un mal ajeno. ¿Quién odia a quién? Según Ortega Gasset, "odiar a alguien es sentir irritación por su simple existencia”.  

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