Más trampas al solitario. El Congreso de los Diputados, en imagen de archivo.
Más trampas al solitario. El Congreso de los Diputados, en imagen de archivo.

El pluralismo político es uno de los valores superiores del ordenamiento jurídico español. No lo digo yo, aunque podría, sino la Constitución Española en su artículo 1, apartado primero. La expresión de este pluralismo político se produce con los partidos políticos, y nuevamente tampoco lo digo yo, sino que lo dice la Constitución Española en su artículo 6.  “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”.

Los partidos políticos y la elección de nuestros representantes públicos son un aspecto fundamental de nuestra democracia, tal y como está constituida. Máxime teniendo en cuenta que la propia Constitución fue redactada por representantes de UCD, del PSOE, del PCE, de AP y de los partidos catalanes. 

Justo por ser un aspecto fundamental para entender nuestra democracia, debemos comprender que la elección de nuestros representantes de entre los miembros presentados por los partidos políticos es esencial para el buen hacer de nuestras Administraciones. Y en consecuencia, por triste que nos parezca el vaivén de sillones o las mociones de censura en medio de una pandemia – algún diputado decía que estaba hasta los cojones, y lo puedo llegar a entender –, lo cierto y verdadero es que estos movimientos debieran ser entendidos como el sentir de los votos de los ciudadanos a través de sus representantes. 

Quizá el problema viene cuando estos representantes forman parte de un partido político que ha sufrido distintos batacazos y que quienes los eligieron antes, ahora votarían otra cosa. La enseñanza que deviene de cuanto antecede a estas líneas es que debemos recordar que el voto es desde el momento en que se introduce en la urna y hasta la próxima vez que nos toque enfrentarnos a las papeletas, a los sobres, a los mítines y a toda esa parafernalia que no nos agrada tanto como vivir en una democracia. 

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