En el XI aniversario de lavozdelsur.es y la celebración de la segunda edición de sus premios, conviene recordar cuán vital es el periodismo. No como ejercicio nostálgico, sino como advertencia urgente: sin prensa libre, la democracia se convierte en una cáscara vacía.
El periodismo no es simplemente una profesión más. Es una institución democrática cuya función trasciende la mera transmisión de noticias. Su razón de ser es triple: informar con veracidad y ética para que la ciudadanía pueda decidir con conocimiento; fiscalizar el poder para evitar abusos y corrupción; y amplificar las voces de quienes carecen de altavoz propio. Si miramos esta misión a la luz de las novelas de caballerías, descubrimos que el periodismo comparte los tres mandatos de quienes salvaguardaban el reino: la valentía para enfrentarse a los poderosos, la justicia como horizonte moral, y la protección de los más vulnerables.
No es casual que cuando los creadores de Superman buscaron un oficio terrenal para su héroe, eligieran precisamente el periodismo. Clark Kent, con todos sus superpoderes, encontró en esta profesión el vehículo perfecto para servir a la justicia y defender las libertades. Pero quizás resulta más significativa aún Lois Lane, la mujer sin superpoderes más valiente del universo del cómic. Armada únicamente con su libreta, su olfato periodístico y su inquebrantable determinación y sentido de justicia, Lois se enfrenta a villanos, mafias y conspiraciones sin más protección que su compromiso con la verdad.
Esa elección narrativa revela más de lo que a priori parece: la ficción reconoce que el periodismo es, en esencia, una forma de heroísmo cotidiano al servicio de la verdad, la justicia y el bien común. No hacen falta superpoderes cuando existen profesionales del periodismo que, con valentía, rigor y vocación inquebrantable, buscan la verdad de los hechos y nos la cuentan para que podamos formar nuestra propia opinión y tomar decisiones.
En estos tiempos inquietantes que nos ha tocado vivir, marcados por el autoritarismo, la polarización, la ingeniería de manipulación social y la desinformación masiva, la búsqueda de la verdad deja de ser una aspiración romántica para convertirse en una exigencia ética ineludible. Cuando el poder —ya sea político, económico, institucional o el que encarnan otros poderes fácticos— se vuelve opaco, la profesión periodística está llamada a iluminar lo que otros prefieren mantener en sombras. Frente a la propaganda, los intereses corporativos, la manipulación y el silencio cómplice, el periodismo independiente se erige como último bastión de la libertad y la justicia social.
Desde luego, que el buen periodismo incomoda: incomoda al poder que fiscaliza, a la opinión pública que desafía con realidades incómodas, e incluso a los propios colegas cuando cuestiona prácticas establecidas. Pero esa incomodidad, lejos de ser un defecto del oficio, constituye el síntoma más claro de salud democrática. Cuando los medios se transforman en altavoces dóciles del poder o en plataformas de entretenimiento banal, la sociedad pierde uno de sus pilares fundamentales: el contrapeso esencial frente al Estado y los poderes fácticos. En ese momento, la prensa deja de ser el cuarto poder para convertirse en su sombra servil.
lavozdelsur.es cumple un año más ejerciendo ese periodismo necesario e imprescindible, del que me honra formar parte. En este aniversario, expreso mis mejores deseos a su director y a todo el equipo que integra esta casa del periodismo, con la esperanza de que cumpla muchos años más al servicio de la democracia y los valores que la dignifican.
