La grandeza de Pablo Echenique

Jamás ha usado su situación personal para ganar un debate, ni siquiera para reivindicar la cuota, ahora que tan de moda está la política del yo de identidades fragmentadas

Raúl Solís

Periodista, europeísta, andalucista, de Mérida, con clase y el hijo de La Lola. Independiente, que no imparcial.

Pablo Echenique, en una imagen de archivo de Podemos.
Pablo Echenique, en una imagen de archivo de Podemos.

En política hay dos clases de personas: dirigentes y militantes. Ser puede ser dirigente y militante, pero lo que más se estila es ser dirigente sin militar.

Gente para la que la política dura el tiempo que ocupan cargos institucionales con remuneración, que acuden a los mítines a ser aplaudidos y nunca a aplaudir y que se mueven por los pasillos de los parlamentos como si hubieran ascendido de clase social, dándose abrazos partidos con quienes luego escenifican diferencias irrenunciables en el hemiciclo, dando a entender que la vida real está separada de la política.

Pablo Echenique podría haber usado su condición de científico del CSIC, con lo que gusta en el progresismo los perfiles académicos, para hablar y que no le entendiera quien no tiene ni el graduado escolar, o, dada su situación física, presumir de esfuerzo y meritocracia y decir que las personas con discapacidad que no llegan a la cima es porque no se han esforzado lo suficiente o porque no son tan listos como él.

También podría haberse victimizado para capotear los cientos de ataques, bulos, insultos y difamaciones que ha recibido. Jamás ha usado su situación personal para ganar un debate, ni siquiera para reivindicar la cuota, ahora que tan de moda está la política del yo de identidades fragmentadas.

Pablo Echenique atesora también un valor en retroceso dentro del progresismo, el espacio político donde más teoría hay contra el neoliberalismo es curiosamente donde más prácticas culturales neoliberales se dan en su interior: competitividad, deslealtades, prisas o la búsqueda de la eterna novedad al mínimo ataque del poder mediático. Echenique ha percibido en primera persona la diferencia con la que te tratan los medios cuando en el interior de Podemos se está en contra de las tesis de Pablo Iglesias o cuando se está a favor.

Es conveniente recordar que Echenique en la primera asamblea ciudadana que celebró Podemos defendía las tesis de Anticapitalistas y se posicionó en contra de las posiciones de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón.

Con la misma elegancia que hizo campaña por su postura en el primer Vistalegre se posicionó más tarde a favor de las posiciones de Pablo Iglesias. Sin hacer ruido, sin quemar la casa porque quería seguir militando en ella y nadie le prende fuego a una casa que quiere seguir habitando. La reacción de la prensa fue diametralmente opuesta. En el momento en que se puso a favor de Pablo Iglesias dejó de recibir titulares favorables y un tratamiento amable del poder mediático.

Todo lo contrario, Echenique ha sido caricaturizado, difamado y satirizado como pocos en Podemos sólo por hacer de escudero de Pablo Iglesias, un rol que ha jugado con la generosidad de un militante que sabe que todos los militantes son útiles, pero cada uno en una posición; que uno vale para ser portavoz, otro para ser poli bueno y otro para pegar carteles, repartir folletos, barrer la sala después de una asamblea o hacer de poli malo en el Congreso de los Diputados para quitarle golpes al líder.

Echenique ejerció de escudero de Pablo Iglesias cuando pocos querían quemar su imagen a la espera de que llegara su momento de gloria para otros cometidos más ilustres. Poner un tuit provocador no tenía a veces otra función que la de quitar el foco del odio mediático contra Pablo Iglesias.

Quemarse a lo bonzo en el fango mediático para que sobreviva el líder del proyecto sabiendo que si ardía el número uno el proyecto se iba por la borda. Sin ser comunista ni haber sido militante antifranquista, Pablo Echenique ha entendido mejor que la izquierda que apela a la memoria en vano que la única manera de sobrevivir en la clandestinidad o cuando el Estado profundo dispara cañonazos es con lealtad. 

Los buenos militantes saben que sin lealtad no hay victoria

Los buenos militantes saben que sin lealtad no hay victoria. Sin lealtad, Lula Da Silva no sería hoy nuevamente presidente de Brasil después de haber estado injustamente en prisión y haber sido atacado por tierra, mar y aire por el poder mediático y judicial de su país. Sin lealtad, Cristina Fernández de Kirchner no seguiría siendo hoy la militante peronista más valorada por las bases y la única capaz de marcar una dirección de Estado que sea tenida en cuenta por la militancia. Sin lealtad militante, el Partido Comunista de España no habría sido la mejor y más útil herramienta de los demócratas para luchar contra la dictadura y conquistar la democracia. 

Ahora que están de moda las individualidades y el creerse los piropos que el poder mediático lanza para alimentar egos desnutridos y romper proyectos políticos que miran de tú a tú a los poderosos, Echenique es un símbolo de los valores más honorables que ha de tener un militante que aspire a disputarle el poder a los que mandan de verdad. La diferencia entre un militante y un dirigente es que el militante sigue haciendo política cuando ya no es cargo público porque de militar por la justicia, como de la vida, no se dimite nunca.

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios (3)

Silvia Díaz MusibabaTo Hace 8 meses
Es admirable encontrar una persona inteligente, honesta y trabajadora como es Pablo Echenique en ese congreso de los diputados. Se ha mantenido por encima de insultos, humillaciones y mofas por su condición física por parte de los grupos representantes del fascismo. Valiente y comprometido, leal... y quienes le seguimos somos conscientes de su esfuerzo constante por cumplir con su compromiso social. Mucho que agradecerle! * Y al redactor otro aplauso para añadir, por ser tan locuaz y coher
Isabel García Benito Hace 9 meses
No se me ocurren otras palabras para retratar con más exactitud a Echenique. Hemos tenido la gran suerte de coincidir en la vida con él, para ejemplo de dignidad humana, de inteligencia y de talla personal que contribuye a la mejor faceta de nuestra especie.
Regula Hace 9 meses
Muchas gracias por este hermoso y sentido homenaje, el cual comparto. Sin lealtad no hay victoria, no se construye militancia. Y es juntos y juntas que construimos partido / movimiento. Mis mejores deseos para Pablo en esta nueva etapa como militante desde otro espacio.
Lo más leído