La Granada que soñamos y queremos (I de III)

Mario Ortega

Estoy casado y tengo una hija. Licenciado en Ciencias Químicas y Doctor en Ciencias Ambientales.

El centro de Granada, en una imagen reciente.
El centro de Granada, en una imagen reciente. JOSÉ LUIS TIRADO

Con este título: El trabajo por la Granada que soñamos y queremos, la plataforma Granada se Encuentra, soporte de estructural de la candidatura Unidas Podemos - Independientes, que actualmente forman grupo municipal en el Consistorio de la ciudad, ha organizado una jornadas municipalistas con el fin escuchar y debatir sobre temas centrales granadinos y sobre política andaluza. Fui invitado a participar en una de las sesiones dedicadas a la Vega de Granada y la propuesta de anillo verde que la candidatura defendió en la campaña electoral y ha conseguido que el actual gobierno municipal la tome en serio.

La compañía como ponentes en la sesión de la arquitecta Blanca Espígares, conocedora excepcional del espacio protegido y tutelado por el patronato de la Alhambra así como de toda la zona agronatural que dibuja el valle del río Darro, de Natasha Prevost, investigadora de la universidad de Granada y defensora de un proyecto de recuperación de la Hacienda de Jesús del Valle, de Manuel Cala agroecólogo impulsor, junto con Paco Cáceres, activista del ecologismo especializado en la Vega de Granada, de la protección por ley de la vega de Granada para su puesta en valor agrario, económico, ambiental y cultural, me llevó a pensar que mi aportación al debate podía estar más centrada en el plano sociopolítico de las luchas por la defensa de la Vega de Granada y la mejora de la calidad ambiental y urbanística de la ciudad y el entorno metropolitano. He querido recoger en este texto, de algún modo, la literalidad de mi intervención.

El título de las jornadas me recuerda un cita de Italo Calvino de su famoso libro Las ciudades invisibles: “Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y temores.” Una de las ciudades que Marco Polo describe al Gran Khan es Maurilia. la Granada de hoy (y de ayer) vive del pasado (patrimonio y universidad: Alhambra, Albayzín, Vega, Sierra Nevada y antigua capitalidad) hipotecando el futuro. Un pasado antiguo y remoto evocado en postales para turistas que, como en la Maurilia de Calvino “no representan a Maurilia como era, sino a otra ciudad que por casualidad se llamaba Maurilia como esta".

El caso es que quienes habitamos Granada, cada vez tenemos más dificultad para reconocer a Granada en Granada. Los turistas no tienen ese problema, llegan al Albayzín y la Alhambra, pasean por la Carrera del Darro, suben al Sacromonte en microbuses nocturnos, o a Sierra Nevada en sus propios vehículos, y se van rápido, como hacen todos los turistas del mundo, para contar con el testimonio gráfico de miles de fotos digitales que estuvieron en un lugar como Granada.

Las gentes de Granada y su cinturón metropolitano (casi quinientas mil almas) nos sumergimos a diario en otra ciudad. Una ciudad que podría ser también para nosotros y nosotras, currantes y currantas, gentes jubiladas, en desempleo, estudiantes o niños y niñas, la ciudad de los barrios, la ciudad del anillo verde, la ciudad de los parques, los paseos urbanos peatonales, las calles arboladas, la ciudad del agua, la ciudad que mira su vega verde y feraz, y la ciudad de los cinco ríos que discurren por su término municipal: Beiro, Darro, Genil, Monachil y Dólar, con sus riberas vivas y renaturalizadas.

Continuará...

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