El gran imbécil y todos sus seguidores

Un nuevo Gobierno de izquierdas debería ser posible solo por una razón, porque el objetivo de las derechas es destruir la democracia y la libertad otra vez

Pemán (derecha) en Roma, con Mussolini y Millán Astray en el Día de Solidaridad con España. FUENTE: LUCE
Pemán (derecha) en Roma, con Mussolini y Millán Astray en el Día de Solidaridad con España. FUENTE: LUCE

“De entre las muchas historias divertidas que en Italia se cuentan en voz baja sobre Mussolini, hay una que retrata bastante bien lo que serán las condiciones morales del pueblo alemán dentro de poco tiempo.“ Así empieza El gran imbécil, de Curzio Malaparte, así se presenta la realidad así misma en este preciso momento de 2023: primero Italia, con una jefa de Gobierno de complicada digestión democrática, desde ayer Alemania, con el primer Landrat en el país de Alternativa para Alemania, en Sonneberg, y ahora, tras el apabullante ascenso de la derecha extremada junto a la extrema derecha en España, a la espera de qué harán los votantes el próximo 23 de julio.

En Alemania saltaron todas las alarmas desde que en esa, vamos a llamar provincia, de Thüringen, Sonneberg, la elección del nuevo, vamos a decir, presidente de la Diputación dejó al candidato de Alternativa por Alemania (AfD) por delante del candidato de la Unión Cristiano Demócrata, CDU. Die Linke, y aquí nos acercamos peligrosamente a la realidad política española, La Izquierda pidió el voto para el candidato de la CDU, pero ayer ganó la elección el ultraderechista de la AfD.

El otro día, un concierto de Rocío Saiz fue interrumpido, y ella misma después identificada por la policía, por hacer algo que venía haciendo: mostrar sus pechos con una canción, en Murcia. Todos los síntomas de la situación de salud de las democracias, en Italia, en Thüringen, en Jujuy, deberían congregar a todas las personas convencidas de que la democracia es el objetivo, de nuevo, de las élites derechistas en Europa y en el mundo. Que Trump o Bolsonaro hayan abandonado, por el momento, la escena no significa que el peligro haya pasado. Lo ocurrido este pasado fin de semana en Rusia, con un ejército privado de mercenarios de camino al Kremlin, y que luego volvieron aparentemente por donde habían venido, supera todas las ficciones que sobre la realidad de la II Guerra Mundial se hayan escrito. La situación es de alarma y no es el momento de irse al baño a ponerse más polvo de Nilo en la nariz, mientras la democracia ya cae a jirones sobre los suelos.

Alemania, conmocionada, ve por primera vez cómo un símbolo del peor pasado de su historia y de la Historia de la Humanidad, vuelve al Poder en una de sus provincias. Italia ya está cansada, o no, del desguace de su sistema democrático. En España, las derechas ultras gobiernan incluso instituciones que abiertamente anuncian que quieren destruir.

Las personas están llamadas a tomar parte y a ser consecuentes con lo que dicen que es su deseo de democracia y libertad. Arrepentirse luego no vale: nadie podrá decir que no sabía. Pero sí, ya lo anunciaba Malaparte, luego vendrá cualquier cantidad de gente con un documento de justificación de su inmoralidad personal. Serán multitud løs que estaban empolvándose la nariz y no se enteraron de nada.

La Izquierda, Die Linke, en Alemania pidió el voto insistentemente para el candidato conservador para proteger la democracia. La idea de dejar que todo se descomponga porque no es el momento histórico ni estamos en el ciclo favorable para mantener nuestras democracias y es mejor, estrategia revolucionaria, dejar que todo se pudra y volver a empezar de cero es extremadamente peligrosa. Ese que todo se pudra significa, nada menos, la destrucción de la vida de millones de personas una vez más. España nos ha mostrado que se pueden realizar avances y mejoras claras para toda la sociedad: la subida de los salarios es un avance clarísimo, por ejemplo. El deseo de mayores y mejores avances no deberían llevarnos a destruir por nuestra inacción lo ya logrado, también libertades públicas e individuales.

Un nuevo Gobierno de izquierdas debería abolir sin miramientos la Ley mordaza, por ejemplo, está claro, y resolver definitivamente el problema del Consejo General del Poder Judicial. Un nuevo Gobierno de izquierdas debería tomar muy en serio el desarrollo de los corredores del Mediterráneo, del Cantábrico y de otro que los una; dejar de olvidar a Extremadura.

Un nuevo Gobierno de izquierdas debería ser posible solo por una razón, porque el objetivo de las derechas es destruir la democracia y la libertad otra vez. Quieren destruir el derecho a ser distinto, a simplemente ser.

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