Las elecciones alemanas muestran una sociedad plural, en primer lugar, en la que hay que ponerse de acuerdo para gobernar después de haber ganado las elecciones. Hay una especie de mantra a través del cual las elecciones serían para ver quién va a gobernar, para obtener un gobierno fuerte o para que los perdedores de las elecciones busquen las vueltas al resultado y resulten vencedores.
Se olvida, demasiadas veces, que las elecciones no son presidenciales sino legislativas, aunque la tendencia de los medios de comunicación haga pensar al público solo en el candidatø concreto. Olaf Scholz tenía en las encuestas del viernes al 47% de la sociedad deseando que él fuera el canciller alemán, frente al 20% de Armin Laschet; sin embargo, la diferencia del resultado electoral ha sido del 25,7% al 24,1%. Los candidatos tienen su tirón, pero se elige a todøs los candidatos a diputado y al partido en sí mismo. Será el parlamento quien elija con esos resultados al futuro presidente del Gobierno.
Las encuestas del viernes dejaban intuirlo, lo difícil que podría ser formar gobierno y la posibilidad real de tener que regresar a una gran coalición. La única posibilidad para otro gobierno era un tripartito de los socialdemócratas y Los Verdes con La Izquierda, hasta que Armin Laschet sacó el espantajo de “vienen los comunistas”, algo que Laschet no dijo directamente sino “que vienen los ideólogos”. La Izquierda, el partido sucesor de la extinta Alemania comunista, como lo ven muchísimas personas, no ha logrado el 5% necesario para entrar en el Parlamento, aunque entra en él gracias a los votos que han recibido los “candidatos directos” del mismo partido.
De este modo, el sueño de una coalición rojo-verde-rojo se esfumó y las posibilidades de volver al inmovilismo son ahora evidentes. La población de más de 60 años representa el 38,3% del cuerpo electoral alemán, y los votantes de hasta 29 años apenas superan el 15%. Ese 38,3% vota, tradicionalmente, a los dos grandes partidos: los critianodemócratas o los socialdemócratas. Interesante es, además, el baile de votos que parece que se ha producido: votos de La Izquierda hacia el SPD, votos del SPD hacia Los Verdes. Los reformadores de Die Linke, La Izquierda, no han tenido tiempo y La Izquierda se ha partido, sobre todo, hacia el SPD o hacia la ultraderechista AfD que, atención, es ya la fuerza mayoritaria en Thüringen y en Sajonia. Seguro que no pocos votos de la CDU/CSU cristiana se han ido a la urna de la AfD.
El partido de la Merkel ha recibido su peor resultado electoral en años. Así las cosas, formar gobierno en Alemania llevará meses y no sería de extrañar que vuelva una Gran Coalición, la conocida como GroKo. La llave la tienen Los Verdes o Los Liberales, y solo con ellos en una misma coalición podría presidir el Gobierno federal Olaf Scholz, socialdemócrata, o Armin Laschet, cristianodemócrata. Creo que Los verdes comprometerían toda su reputación como partido-por-el-clima si gobernaran con una CDU/CSU y unos neoliberales que dicen que el clima puede esperar más que su industria.
Hay una segunda puerta, regresar a la Gran Coalición. La operación Gran Coalición llevaría un tiempo preparatorio de conversaciones bienintencionadas que, lamentablemente, no conducirían al pacto deseado y no quedaría más remedio que volver a gobernar como hasta ahora, aunque sin la señora Merkel. Presidiría Olaf Scholz, el merkeliano socialdemócrata, y el partido de la Merkel se sacaría de la manga a un vicecanciller, porque Armin Laschet no estaría en ese gobierno. Laschet se quedaría como presidente de NordRheinWesfalen y después de un tiempo de vería quién podría ser el nuevo presidente de la CDU. Los Verdes han ganado votos, muchos, un 5,9%, e implantación social y territorial. Es una victoria muy amarga porque todas las esperanzas electorales estuvieron puestas en una cancillera verde. Los Verdes no pueden permitirse dejar de ser la última esperanza por el clima defendida por una fuerza social, la de Fridays-For-Future, sólida, bien implantada y crítica también con Los Verdes respecto a su insuficiente ambición para un verdadero cambio político por el clima.
Entrar en un gobierno a cualquier precio restaría apoyo social a Los Verdes. Es definitivamente seguro que tendrán intensos debates internos sobre este asunto. Los Verdes son la segunda fuerza en Berlín, que acaba de votar, también, a favor de la expropiación de viviendas a grandes consorcios en el referéndum consultivo de ayer. Han ganado bastantes alcaldías, por ejemplo la de Lüneburg, donde Claudia Kalisch se convierte en la primera alcaldesa de su historia. Hoy se despierta el día con la resaca de la noche electoral, con el esfuerzo titánico que queda por delante y la desgana ante las fuerzas de una naturaleza social que han impedido un verdadero cambio.