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José Antonio Bustamante, empresario y ciudadano indignado

A primeros de julio, en un artículo titulado Rajoy y la regeneración, manifesté mi temor por lo que nuestro presidente había dicho públicamente. En aras de la regeneración democrática, decía el buen señor, se estaba planteando la elección directa de los alcaldes. Es decir, cambiar las reglas del juego para poder seguir manteniendo ciudades tan importantes como Madrid o Valencia. Lo soltó como sin darle ninguna importancia, como si fuera algo que se le acababa de ocurrir y decía yo en el citado artículo que eso era precisamente lo que me daba miedo.

No han pasado ni dos meses y mis peores temores se han confirmado. El PP ha hecho oficial que va a modificar la Ley Electoral para que sea el partido más votado, aunque sea en minoría, quien gobierne en los municipios. Lo harán presumiblemente además por la vía de urgencia para evitar debatir con los demás partidos y aprobarlo en un tiempo récord.

Esto es lo que opinaba Rajoy sobre el asunto en 2013: “Lo más importante, conociendo la historia de este país, es que cualquier modificación de la Ley Electoral se haga con un gran consenso. Nunca modificaré la Ley Electoral por mayoría. Por mayoría podré subir o bajar el IRPF, pero jamás modificar la Ley Electoral porque creo que hay consensos básicos que hay que preservar”. Un año después de pronunciar estas solemnes palabras, les ha dado la vuelta como a un calcetín y ahora manifiesta que el que esté en contra de la reforma que pretende, no es democrático.

Lo que pretenden es ni más ni menos que dar un golpe de Estado y perpetuarse en el poder. Puede parecer fuerte decir eso, pero la hemeroteca, pozo de grandes satisfacciones, nos deja estas palabras de Cospedal. La máxima exponente del cinismo del PP decía en enero de 2007 que "reformar una Ley Electoral con los únicos votos y el único apoyo de un Gobierno, es algo que no se produce en ninguna democracia, ya que es algo propio de sistemas bolivarianos, no propio de un régimen democrático". Decía, además, que los ciudadanos no lo entenderían y que "desde luego los golpes de Estado no los vamos a consentir". Unos meses después, en octubre de ese mismo año, manifestó que "hacer un cambio en las leyes electorales ya la han utilizado muchos personajes lamentablemente en la historia. Me estoy refiriendo a Mussolini, me estoy refiriendo a Hitler, me estoy refiriendo a muchas personas que, aunque llegaron de forma democrática, elegidos y una vez instalados en los gobiernos, cambiaron las leyes electorales para continuar".

Ahora, tristemente, a esos nombres habrá que añadir el de Rajoy. Ahora, una vez instalado en el poder, cambiará las leyes para que un partido de derechas que consiga un 40% pueda imponer su voluntad frente a otras opciones más progresistas que, entre todas, hayan conseguido un 60%. Ahora, al igual que Musollini y Hitler, Rajoy negará la voluntad de los ciudadanos y los someterá a su dictamen.

Mussolini, Hitler, Rajoy... No lo digo yo, lo dice Cospedal.

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