Un mes. O tres semanas. Todo depende, porque la política, la nuestra, es así. Es el tiempo que ha solicitado al presidente del Congreso a Pedro Sánchez para asegurarse los votos que le permitan gobernar.
Un mes. O tres semanas. Todo depende, porque la política, la nuestra, es así. Es el tiempo que ha solicitado al presidente del Congreso, Patxi López, el economista Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, para asegurarse la confianza, los votos necesarios que le permitan gobernar.
La paciencia de los españoles, la nuestra, es infinita. Sobre todo si acudimos a la maldita hemeroteca para comprobar que las verdades, las líneas rojas, las diferencias radicales, se diluyen como un azucarillo en el café extremo que te sirven en algunos bares que yo me sé. Todo sea por la democracia.
Tanto si hay elecciones generales como si no las hay, ha quedado claro que han de cambiar muchas cosas, que tiene que llover a cántaros, como cantaba Pablo Guerrero. Y que a más de uno habría que darle con el cántaro en la cabeza. O con el voto en la urna, si nos toca de nuevo ejercer ese derecho tan valioso. Porque los electores tendrán mucha más información sobre las promesas y las realidades.
Yo tengo la impresión de que Pedro Sánchez logrará sacar adelante su gobierno, pero también que el presidente del PP Mariano Rajoy puede tener cartas bajo la manga, y no hagan caso de encuestas que, como la del CIS, se hizo entre el 2 y el 11 de enero, antes de muchos acontecimientos de todos estos días.
Y una cosa, el partido que apareciera como culpable de un adelanto electoral será penalizado ¿lo dudan? ¿A quien interesan otras elecciones generales? Serían en torno al 23 de junio. Con un coste de 130 millones de euros. Mar de dudas… Y un consejo, no se agobien con ese seguimiento agónico que hacen en las televisiones de la marcha de las negociaciones para la investidura. Vean y piensen lo justo.
Casi una hora hoy para explicar la historia de Paco Holgado, Padre Coraje, el “giro inesperado” por una huella identificada por la Guardia Civil días antes de que prescribiera el caso abierto en 1995 por el brutal asesinato de su hijo Juan. Casi sesenta minutos (mucho tiempo en televisión) dedicará al caso este viernes 5, a las 22,30, el programa Equipo de Investigación, de La Sexta. Un documental al que precederá una entrevista en directo que se emitirá también en la mañana de este viernes en Espejo Público, el programa de Susanna Griso en Antena 3.
Veinte años después la realidad es que es un crimen sin resolver y eso estremece, porque los asesinos quizás estén aún entre nosotros, en Jerez. En 1999, en el titular de aquella portada de Crónica, en El Mundo, resumí la historia de ese momento. Ahora es otra. Una que pende de un hilo, es decir, de una huella y de pruebas de ADN. El caso puede prescribir, o no. Ya veremos si da un giro inesperado o es el punto final a una larga lucha por lograr justicia en un crimen no castigado.
En cualquier caso, Paco Holgado, sin olvidar el crimen sin resolver de su hijo, dará un giro a su hoja de ruta. Se propone sumarse a la lucha de muchas personas en Europa para que no prescriban los delitos violentos. El plazo en España es de veinte años, pero ¿por qué fijar un plazo de prescripción para los delitos de sangre? Si un caso queda sin resolver debería quedar abierto a cualquier novedad. Un buen debate alimentado por conocidos casos en España y muchos en Europa.
Insisto en algo: No podemos quedarnos en la superficie, hay que centrarse en lo importante en la vida. Y eso se descubre cuando has de luchar contra viento y marea (lluvia, poquita), miras a tu lado y alguien te da la mano sin pedir nada a cambio, salvo cariño y amor. Hay buena gente, siempre lo he sabido, pero la mala brilla más para su desgracia: llama la atención y a final todo se paga. Mensaje a navegantes. Ya no es posible olvidar y más aún perdonar el sufrimiento. Hay que reaccionar con tranquilidad y bien.
Dejo constancia de que me produce un gran asco la actitud de la vieja Europa, la manipulación del drama de los refugiados, la incapacidad para frenar el gran éxodo humanitario en el que, dicen, más de diez mil niños han desaparecido y las ONGs corren peligro de ser criminalizadas por hacer su trabajo: ayudar a la gente. Lo hemos visto con los bomberos de Sevilla, que encima deben pagar 15.000 euros de multa a los griegos. El colmo de los despropósitos. No me gusta este panorama.
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