Recuerdo cuando íbamos a la playa y no se podía acceder en coche hasta la arena, cinco grandes piedras lo impedían. Había que caminar por un sendero o pasarela de madera entre pinos, y a medida que nos acercábamos a la mar, se imponían los enebros, retamas y por último el barrón, estabilizador de las dunas.
Hoy las muestras de incivismo campan ante el tesoro litoral, protegido territorialmente por Montes de Utilidad Pública, así como por el Dominio Público Marítimo Terrestre, si bien descuidado en el día a día de su mantenimiento adecuado óptimo del primer recurso turístico nacional.
En zonas de influencia urbana, se demanda un plan de choque específico de movilidad sostenible, donde existan bolsas de aparcamientos de coches paralelos a las vías regionales o locales de acceso, construcción de vías ciclopeatonales o carriles bicis y fomento del transporte público, así como conservación correcta de la señalética, de la foresta y dunas. Isla Cristina-Islantilla-La Redondela, en la costa de Huelva, ya urge de actuaciones.
El estacionamiento fuera de zona habilitada, además de establecer mecanismos de impedirlo, tiene que ser sancionado inmediatamente si se produjese, por el daño ambiental y efecto destructivo asociado.
Reconocer las huellas en V de un camaleón intrépido en la arena de la playa dirigiéndose hacia la duna, la no visión de basura de origen humano con su educación ambiental preventiva —ante el incumplimiento, la legislación vigente—, y el respeto entre personas, garantías de un volveré.
Sonia acaba de volver de Creta y su primera impresión compartida del viaje ha sido el destacado día de playa a la sombra de un enebro marítimo. Placeres de la vida y responsabilidad ante las generaciones futuras.
