Lo que no se conoce, no se valora

"En nuestros campos ya no se ve el extinto torillo andaluz y nadie le llora porque lo que no se conoce, no se valora"

Iván Casero

Ingeniero de Montes.

El torillo andaluz en una fotografía del CSIC. "Lo que no se conoce, no se valora".
El torillo andaluz en una fotografía del CSIC. "Lo que no se conoce, no se valora". CSIC

Llueve menos, ríos se convierten en arroyos, fuentes y manantiales se secan, pozos cada vez más profundos y de menores caudales, lagunas y humedales cada vez menores en superficie y temporalidad, ¿Dónde beben los animales?

La Ley de Aguas deja claro que cualquier actividad que vierta agua, ha de ser depurada previamente sin posibilidad de usar la dilución, por mucha agua que haya. Si en la Cuenca Hidrográfica los recursos son finitos, es evidente que, ante una menor disponibilidad, el agua subterránea es un seguro de vida. Todos somos vigilantes.

El uso del agua es difícilmente ocultable en el territorio, sin embargo su extracción del acuífero llega a ser invisible, con ingeniería capaz de sacar hasta la última gota, mezclándola con otras, para hacerla viable.

Abastecimiento basado en lograr ser el país con más embalses por territorio del mundo, cubriendo la demanda evolutiva, cada vez más tecnificada, digitalizada, y no evaluamos la pérdida anual e irreversible de capacidad de embalse por la erosión del todavía practicado laboreo, con remoción del terreno.

Tritones y salamandras, cada vez más desconocidas para nuestros hijos —lo que no se conoce, no se valora—, y escasas pues tan asociados a cursos de agua limpia, en clara regresión. Su no presencia nos ha de hacer reflexionar, o contabilizar económicamente para su valoración real.

En nuestros campos ya no se ve el extinto torillo andaluz —nadie le llora, pues lo que no se conoce...—, las aves esteparias llevan años sobrando pues los secanos no son rentables —no pueden producir más por muchos fertilizantes y plaguicidas les echen—, cuyas alternativas pasan por incompatibles renovables y cultivos leñosos, y codornices en amplias zonas sólo recuerdo por el toque del silbato del reclamo.

Un riego menos no crea ruina y ese agua se convierte en vida a través de ganado extensivo, fauna silvestre y humanos. Todos somos bioindicadores, calidad y cantidad han de estar aseguradas, y no podemos esperar más.

Busquemos y paguemos los alimentos a su justo precio social, sostenible medioambientalmente y con garantía sanitaria —certificados ecológicos— para viabilidad del territorio y sus habitantes en aldeas y pueblos, y para que haya agua para todos, generaciones futuras incluidas.

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