Ante la subida imparable de temperatura ambiente en la ciudad, se obliga el uso ininterrumpido del aire acondicionado en casa, con el asociado enfriamiento, garganta seca e incluso resfriado. En la calle, mejor no estar.
Se plantea la huida a lugares más apacibles, que permitan el necesario descanso nocturno. Costa y montaña con agua esperan la migración.
La trashumancia es el movimiento histórico de pastores con su ganado extensivo por vías pecuarias en busca de comida estacional, desde las praderas de invierno hasta los agostaderos de verano, y vuelta tras la llegada de las nieves. Sí, el recorrido es más local, se denomina trasterminancia, ambas condicionadas por el clima.
Refugiados son personas que huyen de su país de origen por temor a la persecución, al conflicto, la violencia generalizada, y, en consecuencia, requieren protección internacional. Se trata de salvar la vida.
Migrante climático es el desplazado a otra región o país por razones de clima -temperaturas extremas, sequías, inundaciones, huracanes, tormentas, tsunamis, erupción volcánica- de manera temporal o definitiva. Más del 90% de la migración en África, incluyendo conflictos bélicos, se reubica dentro de ese continente.
El huir del calor abrasador y de noches tropicales urbanas se denominan vacaciones por su temporalidad, sin embargo, el alargarse ese periodo más allá del legal descanso laboral - el teletrabajo lo posibilita -, empieza a establecerse como trasvacacional.
A nosotros también nos afecta, aunque no lo reconozcamos, siendo responsables de emprender acciones o exigirlas. Somos o seremos migrantes climáticos, la responsabilidad de todos es su mitigación recordando la fábula del colibrí, cada uno en medida de sus posibilidades. Espero que nunca tengamos que ser refugiados.