Una huerta, ser grande o pequeña, depende del número de personas que estén al frente, directamente en el tajo. Alimentos de temporada, altamente vitamínicos, es la base de una vida saludable, junto a la práctica del ejercicio diario. Mens sana in corpore sano.
Tocar la tierra, sentir, oler, una satisfacción desde que nacemos. Huele a hierba cortada, a lluvia, a tierra mojada, hasta en la cata de vinos, empiezan por estos aromas vitales. El olor a tomate y flores silvestres, parte de la aromaterapia, teniendo en cuenta que las esencias de ciprés y de rosa en el coche, provocan moderación en nuestra forma de conducir.
Caminar, plantar, recolectar, llevar a casa la cosecha, son actividades muy recomendables, por placenteras desde el contacto con el verde y la sociabilidad que genera. Es una buena opción que nuestros médicos puedan prescribir pasar tiempo en la agronaturaleza a sus pacientes, como existen en países desarrollados, para nuestro desarrollo psicológico y nutrición local y ecológica.
Un cajón de habas, un barreño lleno de alcauciles, un manojo de rábanos, da la bienvenida en la puerta de casas de manchoneros u hortelanos. A medida que finaliza la primavera y empieza el verano, entran en escena melones y sandías, aportando volumen casi impidiendo el paso. En otoño, naranjas y granadas contraste de colorido, sin olvidar los racimos de uvas.
En el norte de la península ibérica es costumbre elaborar vino casero, e incluso vender a interesados los excedentes. Para ello colgar laurel en la puerta es el claro distintivo del llamado furancho.
"Cómo tienes a tu hijo medio muerto, teniendo apio en el huerto", decía mi madre, cada vez que comíamos puchero. ¡Cuánta hambre ha quitado un huerto, incluyendo las silvestres verdolagas y tagarninas!.
