Un dicho hawaiano dice "cuando los cielos lloran, la tierra vive". Aquí el refrán "No hay señal de llover como verla caer".
El tamaño de las gotas incide en la velocidad de caída, siendo las pequeñas de forma esféricas, lentas de 1-2 m/s hasta las voluminosas, achatadas, rápidas que alcanzan los 9-10 m/s, principal causa de la erosión hídrica en suelos desnudos, sin cubierta vegetal. Sequía o inundaciones, nuestra relación con la lluvia nos condiciona. "Nunca llueve a gusto de todos".
Multitud de personas tienen un pluviómetro, el cual, sin interferencias, registran a diario la lectura de la columna de agua caída medida en mm. Es de gran importancia el compartir estos datos de voluntarios meteorólogos con la Aemet, para validar los modelos generales frente a la incidencia local. Sí además son capaces de completar información de las nubes - forma, color -, velocidad del viento, temperatura, presión atmosférica, incluyendo formación en código sinóptico, mejor para poder entender los fenómenos de lluvia a nuestro alrededor.
Las diferentes interpretaciones culturales de la danza de la lluvia desde el antiguo Egipto, sin olvidar sacar los santos en rogativas o la impactante lucha de palos de Lombok, Indonesia, donde a mayor sangre derramada, mayor perspectiva de lluvia en el año, se manifiestan ante la necesidad imperiosa de agua. Experimentos con incluso pirotecnia o sacudidas a las nubes en EE.UU., hacen recordar que la modificación del clima con fines bélicos y hostiles está prohibida por la ONU.
“La lluvia caía lenta y melancólica, como una lágrima que anunciaba la muerte”. En algunas tradiciones, se relaciona el luto y la tristeza con la precipitación. Este artículo está dedicado a Vicente Calvo Romero, que se despidió ayer hasta siempre. Descanse en Paz.