Una senda peatonal maravillosa de practicar, aún inacabada a pesar de tener más de 20 años, discurre entre dunas estabilizadas por una representación de especies de pinares costeros, entre Isla Cristina e Islantilla, separadas 5 kilómetros de carretera peligrosa, con alta densidad de tráfico y más prisas.
Ruta del camaleón se anuncia, si bien gatos domésticos, urracas y rabilargos están dándose más que un festín de este reptil icónico, que alegra y hace recordar cualquier encuentro fortuito. Control de depredadores, con fomento de refugios, así como educación ambiental en la Casita Azul, antigua Casa Forestal, se hacen necesarios con inestimable ayuda de voluntarios locales y visitantes.
La asociación Cuidemos Isla Cristina ha organizado multitud de recogidas voluntarias de basuraleza, con toneladas de elementos tan dispares como colchones, televisores, botellas, latas, y ruedas de coches, entre dunas, piñoneros y playas, y charlas educativas en colegios. Concienciación ambiental a través del ejemplo.
No obstante, la falta evidente de inversiones relevantes en el Monte de Utilidad Pública número 1 de Huelva da que pensar. Un reclamo turístico natural y salvaje de playas paradisíacas, con campings y chiringuitos de primer nivel nacional, necesita atención para persistir. Es más fácil conservar que crear.
Frente a caídas cada vez más frecuentes de pinos, sin regeneración natural ni repoblación forestal, y aparcamientos sin ningún control de centenares de vehículos en pleno monte, alternativas a la movilidad como construcción de un carril bici junto a la carretera, puesta en servicio de autobuses con paradas intermedias de subida y bajada frecuentes, señalización de itinerarios con pasarelas de madera con cartelería interpretativa, hacen que recuerde que sin gestión, sin ordenación, ni regulación adecuada, la degradación es inminente. Estamos a tiempo, si creemos en nuestro paraíso natural, de implementar medidas para el presente y futuro.
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