Crear suelo y el viejo

Extraer biomasa y mejorar la edafología del monte, un equilibrio necesario en la mente del gestor forestal

Iván Casero

Ingeniero de Montes.

Midiendo el diámetro de tronco de un pino piñonero seco con una forcípula.
Midiendo el diámetro de tronco de un pino piñonero seco con una forcípula.

Los jóvenes vienen empujando a base de crecimiento, fuerza de la naturaleza, y entre ellos el viejo, indultado, cobija especies que no tienen otro lugar para vivir.

Se plantaron pinos piñoneros, para crear suelo –madera y piñones también–, a partir de la fijación del CO2 del aire, con la materia orgánica en forma de acículas, así llamadas sus hojas.

El conjunto de materias orgánicas e inorgánicas de la superficie terrestre, capaz de sostener vida vegetal y su fertilidad, un principio básico a desarrollar de nuestra naturaleza.

El suelo mineral, cantos rodados de un antiguo lecho de mar, es compacto, duro y casi estéril, que sólo permite crecer un manto de musgo y líquenes. Cada gramo de suelo es una historia de muchos años de creación a partir de rocas, su correcta conservación, un deber de responsabilidad generacional.

Han pasado cuarenta años alcanzando la tangencia de copas –indicador de que hay que actuar–, la dura sequía y los acebuches nacidos al pie de muchos de ellos, adheridos casi a los troncos de los pinos cuasi enredaderas, hacen que la sucesión de una etapa hacia el clímax ecológico, haya llegado su momento. Extraer biomasa y mejorar la edafología del monte, un equilibrio necesario en la mente del gestor forestal.

Secos en pie por rodales –unos aislados es nicho de biodiversidad–, llenos de perforadores, muchos caídos ante cualquier ventolera y restregones de mulas, condiciona el uso público y nos acerca al temido modelo de combustible número 13 que el profesor Curro Rodríguez y Silva nos enseñó. 

Majestuoso y florido, estilizando su porte para poder alcanzar la luz que le quitan los jóvenes, bajo sus ramas podemos apreciar el tronco, rugoso y amigable, sentándonos cuán trono natural. Hay rastros de todo tipo de actividad faunística bajo su copa, e incluso el cráneo de una rapaz podemos observar.

Tantas historias que vivir en un monte, restringido al uso de vehículos a motor, caminando y que el viejo acebuche quisiera contar. Todos tenemos un papel que escribir en nuestra vida. 

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