Unos cojinetes con una tabla cuesta abajo, por la callejuela de adoquines de Gerena, fue mi inicio de movilidad sostenible, con ingenio y determinación infantil, y cuyo sistema de frenado corría a cargo de mis suelas. No pasaba la ITV oficial, aunque menores inspectores con propuestas de mejoras, técnicos en potencia y diseñadores de vehículos sostenibles, convertíamos en realidad nuestros sueños. Soñar es gratis y hacerlo realidad sólo es cuestión de voluntad, nunca digamos que no a la inventiva de los niños.
La bicicleta heredada, sin guardabarros para poder introducir esa famosa suela de freno y con ruedas donde las cámaras llenas de parches estaban amortizadas y aún así cumplían su función —no había obsolescencia programada— de no escapar el aire, nos adentraba por vías pecuarias, terrones y monte mediterráneo, sin cruzarnos con ruidos de los motores de combustión. Esos caminos no eran cómodos para la civilización acostumbrada al asfalto.
Años posteriores bicicletas de paseo, todocaminos, de carreras nos permitían abrirnos caminos hacia el más allá, territorios desconocidos en principio, viajes de ida y vuelta, y rutas con acampadas cuyo techo eran las estrellas.
Las señales de tráfico, las motos de alquiler o propias mal estacionadas, los aparcamientos de bicis de alquiler, los carteles de obra olvidados, los parquímetros, las vallas "temporales" de obras, las farolas, los contenedores de RSU, las paradas de autobús y setos mal cuidados invaden permanentemente el acerado público, al ser de todos, dificultando e impidiendo la única vía de tránsito de minusválidos y peatones, la movilidad más sostenible y el ejercicio saludable más humano. Circular en bici solo y en grupo, por calles o carreteras junto a vehículos es sencillamente jugarse la vida, por la fragilidad del cuerpo humano. Discriminemos por sostenibilidad y supervivencia la bicicleta, bicarriles bici en ambos sentidos harán fluida la movilidad, aparcamientos de bicicletas en lugar de aparcamientos de coches,
El mismo despliegue de autovías, autopistas, radiales, vías rápidas, obras financiadas con fondos públicos hay que extrapolarlas a estos necesarios carriles bici, vías verdes, paseos, sin que sean a cambio de aceras. ¿Para cuándo bicarriles bici, equivalentes a autovías de coches, para hacer más fluido y factible ese tráfico de dos ruedas? Su construcción y mantenimiento es mucho más económico, saludable, fomentando la movilidad sostenible quedando asegurada con una caja de parches, y así no llegaremos tarde por atascos, porque tardó la grúa o por echar gasolina. Sin tapujos, sin edades, nuestras piernas nos permiten alcanzar las metas que nos propongamos.
Los coches aparcados inundan espacios junto a aceras, para usarlos sólo un 10% del día y en muchos casos para trasportar a una sola persona, las calles han de estar limpias para su libre tránsito, las aceras no tienen el mismo tratamiento. Mover 900 kilos de un coche frente 10 kilos de una bicicleta para llevar a su destino cercano a una persona, en la mayoría de los casos, no tiene mucha justificación energética, aunque sea renovable en estos momentos. No es muy sostenible ni en espacio ni en tiempo.
Tener elaborado un plan de movilidad sostenible de bicarriles bici, vías verdes, corredores metropolitanos, cunetas separadas por balizas y recuperación de nuestras olvidadas vías pecuarias, junto a cursos de educación bicarril, limitadores de velocidad, incluso semáforos, son en estos tiempos obligados de inversión una necesidad para dar trabajo en pro de una movilidad sostenible, incluyendo uno de nuestros pilares el turismo, para hacerlo realidad a través de los Fondos de Reconstrucción, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España, pues con una simple o compleja bicicleta, puntos de recarga eléctrica incluidos a través de Comunidades Energéticas Locales, todos hacemos frente al Cambio Climático.
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