Al menos tres veces al día durante toda nuestra vida hemos de alimentarnos. En una primera etapa, nuestras madres nos aportan su leche, esencial para nuestro saludable desarrollo. Crecemos con básicos desayunos para tomar energía, fruta para ayudar en el recreo, comida de cuchareo, merienda de bocata y tras la ducha templada, una cena ligera para dormir a gusto.
Pasamos gran parte de nuestras vidas aprendiendo con maestros, sin embargo, ninguna asignatura sobre alimentación en guardería, colegio, instituto o universidad. En cada familia, los padres y abuelos enseñan al paladar, los sabores equilibrados que marcarán nuestras vidas.
El día de Andalucía se celebra con pan artesanal y aceite virgen extra de oliva y nuestra dieta mediterránea, por declaración de la UNESCO, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, todo ello gracias al conocimiento hasta ahora transmitido de generación en generación, el cual hemos de velar y proteger.
Los cambios de hábitos actuales hacen que el saber en nutrición se ha de adquirir y potenciar a través de la enseñanza en aulas, la relación entre alimentación y salud. Asignaturas, charlas y exposiciones se han de complementar con comedores y cofradías gastronómicas, donde se explique in situ, la visualización de hidratos de carbono, proteínas, grasas, vitaminas, minerales, en nuestras frutas, verduras, pescados y carnes de temporada, AOVE, legumbres y cereales, lácteos y frutos secos necesarios para nuestro saludable y sensato desarrollo.
Con un sabor rico, rico, seguiremos siendo protagonistas de la comida mediterránea, que se ha expandido y reconocido por todo el mundo. Buen provecho para nuestro presente y para el de generaciones futuras.
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